No es un colegio como los demás. Por dimensiones -dos grandes edificios, unidos por unos 300 metros de paseo, canchas y jardines-. Por alumnos matriculados (700). Por su condición de Centro de Enseñanza Obligatoria (CEO). Por la ubicación en el distrito Suroeste, uno de los de mayor potencial para la conflictividad social del municipio de Santa Cruz. Por el dinamismo de su cuadro de docentes, que encabeza desde este curso como directora (aunque está en el plantel desde 2013) la majorera de Antigua Raquel Rodríguez -"La intención es integrar e integrarnos con la sociedad que está fuera", valora- . Y también por los proyectos pioneros que se desarrollan tras sus muros.

La ruta comienza en la llamada Plaza de las Artes, de cuyas paredes cuelgan los cuadros que elaboraron los que eran en anteriores cursos alumnos de Cuarto de la ESO.

El camino lleva luego a las canchas durante el recreo. Los chicos practican deporte con orden y atentos al profesor de Educación Física, Lorenzo, que ha llegado este año desde el IES Tomás de Iriarte de Ofra. Este grancanario explica: "En dos meses ha habido una evolución. El primer día tuve alguna anécdota que, pese a venir de otro centro de barrio, me demostró que esta es una zona complicada. Primero hay que hacer a las personas y luego dar el temario. Se consigue a base de sinceridad, cariño y refuerzo positivo".

Da una sugerencia: "No les digas te puedo ayudar porque creen que lo saben todo. Primero hay que enseñarles a ser personas y convivir; luego educación física".

El polo opuesto es Pilar, profesora de Primaria y desde 1998 docente en el Bethencourt y Molina -dedicado al científico ilustrado tinerfeño- quien resume: "Los chicos no tienen nada en este entorno que está muy abandonado. Sin guarderías, bibliotecas, parques infantiles o centros de reunión. Por eso este centro es tan importante al aportar servicios básicos que no existen en el entorno".

En la cafetería Ruymán, educador social -otra figura pionera como el proyecto para la mejora de la convivencia- dialoga con Abraham alumno de 15 año y Tercero de la ESO aficionado al boxeo, al que le gustaría dedicarse -"pero no hay ni un gimnasio"- y precisa de la orientación del profesional. Vecino de Barranco Grande es un habitual de la zona de El Molino y se queja de que "los jóvenes no tenemos nada. Pero los mayores, tampoco, que quede claro". Aquí hay chicos de todo el Suroeste: La Gallega, Barranco Grande, Añaza, El Draguillo...

Raquel cree que "hay que abrir las canchas deportivas al barrio por la tarde, como hemos hecho con la biblioteca, que ha sido mejorada y gestionan los propios padres".

Unos padres inmersos en otros proyectos como el de "regular el tráfico a la entrada del centro y ordenar el acceso de los alumnos", indica Raquel. Se ha organizado en este sentido todo un tejido social de voluntariado que aglutina a unas 50 familias. También "tomarán parte este año como núcleo familiar en el huerto urbano que ya existía" o "han acudido la semana pasada al encuentro anual con sus hijos y alumnos en el centro".

Raquel muestra con orgullo la exposición "Trozos de historia", que en un largo pasillo recrea las épocas de la Humanidad, de la Prehistoria y Egipto hasta la época actual. "Han colaborado los padres, el Ampa, el personal laboral y hasta las señoras de la limpieza", resume.

Raquel recibe cada día en la puerta a sus alumnos y "patea" los muchos metros cuadrados entre un edificio y otro. Resume: "La zona, el Suroeste, influye porque hay una realidad social incuestionable. Un dato: tenemos un comedor para 300 comensales y 96 son de cuota cero".