Más que un belén casi parece una fortaleza. Y muchos dirían que inexpugnable. Tomás Perera, un vecino de Ofra, lleva más de una semana durmiendo dentro del belén que, desde enero, comenzó a construir con mucho esmero en un solar municipal de la calle Zafiro.

El temor a que la obra, en la que también ha trabajado su amigo Juan Alonso, sufra cualquier ataque es tal que no ha dudado en hacer guardia en una improvisada tienda de campaña levantada con madera y mantas "por la que entra el frío" como si fuera una coladera.

Pintor jubilado, su afición por trabajar con miniaturas de este tipo se puede decir que es tardía, pues solo lleva dos años elaborando belenes. "Estaba aburrido", bromea. Pero se lo ha tomado a pecho.

Tanto que no solo duerme -algunos días lo ha hecho José, un vecino del barrio- en la instalación, sino que esta permanece cerrada a cal y canto con una valla de hierro cedida por el ayuntamiento, rodeada de alambre de espino y cerrada con cadena y candado. Un belén a prueba de "cacos".

Claro que cuando ofrece detalles del trabajo se entiende su celo. Alrededor de 350 euros se ha gastado este año Perera para que su belén luzca como lo hace. Dinero que sacó "de unos ahorritos" y que ha empleado en los materiales utilizados -madera y corcho, en su mayoría- y en la compra de nuevas figuras . "Nadie me ha apoyado", subraya. Es más, se queja del poco valor que se la da su trabajo y de la escasa colaboración que obtiene del resto de residentes. "Es triste que me tenga que quedar aquí", confiesa.

Vecino de Ofra desde los diez años, a donde llegó procedente de Valleseco, Perera confía en que, una vez celebrado el concurso de belenes, el ayuntamiento permita mantener las vallas metálicas que protegen el belén. "Si no, lo van a romper", insiste.

Anoche, Tomás logró el segundo premio en el concurso municipal de belenes, galardón que ya consiguió el año pasado. Merecido lo tenía.