Está convencido de que "el humor nunca dice la verdad, pero desvela la mentira". En ese punto afila su ingenio para generar un lenguaje visual, que, al igual que el chiste de toda la vida, debe tener unas reglas básicas: "quien crea que hay libertad total en el mundo está equivocado", afirma Manuel Álvarez Junco, profesor de Bellas Artes en la Universidad Complutense de Madrid y autor de "El humor gráfico y su mecanismo transgresor". Tomando como punto de partida un humor mucho más conceptual, el director de los Cursos de Verano de la UCM dio popularidad a sus creaciones a través de publicaciones como Triunfo, El País o Interviú.

¿No todos saben valorar las dificultades del humor gráfico?

Alguna vez me llegaron a insinuar si los chistes los hacíamos con una máquina (sonríe)... No. Esa es la sensación que puede transmitir una viñeta acabada, pero en realidad cada línea hay que pensarla y, sobre todo, trabajarla mucho.

¿Estructurar los elementos de una viñeta para que esta funcione no debe ser una tarea sencilla?

Una de las características esenciales del humor es que es banal, frívolo, ridículo... Es una tarea laboriosa a la que se le pueden añadir los calificativos más terribles de este mundo. Su gracia es que sirve para ocultar algo que es muy vital en nuestras vidas: reír. Disfraza con unas decisiones laterales problemas que ocupan el eje central de la existencia humana. El humor se ocupa de los problemas que nos interesa, pero que no podemos decir o se nos cuenta de una forma distinta. Pero esa distancia no significa que no sean unos asuntos de máxima actualidad, importante e incisivos.

¿Pero eso conlleva el riesgo de que no le tomen en serio?

El problema es que utiliza una apariencia frívola, y es que no hay nada menos serio que el humor, para decir las cosas más trágicas que se nos puedan ocurrir. Eso exige estar muy al día, es decir, entender que todo está en constante cambio y por lo tanto es necesario amoldarse a los nuevos tiempos.

Si tuviera la necesidad de calificar su propuesta humorística, ¿cuál sería la definición que más próxima está a la realidad?

Lo que yo hago es algo que está alejado de mi posicionamiento más teórico -profesor de Diseño Gráfico, Ilustración y Metodología del Diseño de la Facultad de Bellas Artes de la UCM-, pero al margen de mi profesión sí existe una capacidad para analizar el humor: el mío y el de los demás. ¿Cómo es mi humor? Lo que yo hago es algo filosófico y desde luego mudo... Una de las cosas más curiosas es que ahora esté hablando de algo que trato de evitar cuando dibujo, es decir, prescindir de las palabras y dejar que la gente realice sus interpretaciones. El humor ofrece un sinfín de posibilidades. Puede ser muy denso, otras veces es profundo y serio y en ocasiones puede llegar a ser algo ridículo e infantil.

¿El humor gráfico que se hace en España es muy distinto al que, por ejemplo, abandera la publicación gala Charlie Hebdo? Se lo pregunto porque aunque aquí algunas viñetas pueden llegar incluso a cabrear al caricaturizado, da la sensación de que aún estamos lejos de caer en ese fanatismo entre las partes.

No crea que son situaciones muy distintas (silencio)... El mundo de la revista de papel y el periodismo en España ha evolucionado muchísimo desde el siglo XIX. Esas publicaciones han sido unos canales de comunicación y de libertad fundamentales porque como ya dije con anterioridad que el humor tiene la misión de expresar con cierta naturalidad lo que está prohibido. En España tenemos experiencia a la hora de salvar la censura.

¿Sobre todo durante el régimen franquista?

En ese periodo había revistas que eran espectacularmente buenas a la hora de salvar la censura, tanto a través del lenguaje escrito como visual. Insisto. El humor consiste en estudiar todas las prohibiciones existentes y buscar las vías más adecuadas para sortearlas.

¿La imagen reforzada a través del humor es más poderosa?

Puede ser que algunos lo vean así, pero eso tiene sus ventajas e inconvenientes. Existe un dicho que está asociado con su poder que yo no comparto: muy pocas veces una imagen vale más que mil palabras. Eso no es cierto. Alguna vez sí que ocurre, pero lo habitual es que la concreción enorme que tienen las palabras no la tiene la imagen, ya que esta casi siempre es muy ambigua. El principal inconveniente de la palabra es que solo existe si entiendes el idioma en el que se expresa un deseo, una idea o una orden y, por lo tanto, la imagen es mucho más universal. Mi obra es absolutamente visual y eso me permitió hacer muchas exposiciones en países tan distintos como Colombia, China, Estados Unidos, Italia, México...

¿Ese concepto de universalidad es suficiente para obviar las particularidades del lugar en el que va a montar una de sus exposiciones, o en el caso de una publicación, las creencias de los lectores a los que se alude en una portada?

La imagen y el contexto son dos aspectos que hay que estudiar con detenimiento. Eso es algo importantísimo porque una de las cosas que está ocurriendo últimamente es que cuando creamos una imagen para un contexto e internet la acaba trasladando a otro para el que no había sido estudiado... Un chiste, por ejemplo, puede llegar a ser bastante divertido en un ambiente y en otro no tener ninguna gracia. Recientemente hemos visto casos llamativos que sirven para explicar esa dualidad. En Charlie Hebdo saben perfectamente que su humor puede llegar a ser ofensivo en otro contexto. Hay que ser cuidadoso y correcto para transmitir algo muy incorrecto e imperfecto.

De sus palabras es deduce que existen fronteras que no se deben cruzar jamás.

En el humor existen distintas calidades y siempre es mucho más fácil reírse de los demás; lo duro es aguantar el tipo cuando le toca a uno. El mejor ejemplo de humor es el que se dirige a las personas que son iguales a nosotros. Si uno sabe reírse de sí mismo y, a su vez, de su entorno tiene medio camino hecho. No creo que sea demasiado acertado y valioso reírse de una cultura ajena. El humor es algo que todos necesitamos en el día a día para salvar la presión que envuelve a lo cotidiano.