Quería el Gobierno de España presentar los presupuestos del próximo ejercicio antes de que concluyera este año. Pero parece que no va a poder ser: Rajoy ha decidido esperar hasta tener garantizada una mayoría de apoyo a las cuentas, que es lo que ahora se está negociando con los vascos del PNV y con Coalición Canaria. Los presupuestos se presentarán, probablemente, a principios de 2017.

Con Coalición, la tarea está prácticamente liquidada: a cambio de apoyarlos, Canarias espera una auténtica lluvia de millones para el próximo ejercicio. Y nadie piensa que pueda ocurrir como en el cuento de la lechera: aparte los recursos del IGTE, ya incorporados al presupuesto canario, están los millones del fondo de competitividad a los que accederá Canarias al sacar las cuentas del REF de la financiación, que podrían sumar en torno a los 300 o 400 millones.

Pero el mayor aumento previsto vendrá de la incorporación de más recursos a los convenios Canarias-Madrid. La negociación supone recuperar fondos hasta el límite de lo presupuestado en 2012, cuando -en el momento más álgido de la crisis de relaciones a cuenta del conflicto petrolero- el ministro Soria logró convencer a Rajoy para que castigara a Rivero (golpeando en nuestro trasero) cerrando el grifo a su administración. La broma hizo perder a esta región casi dos mil millones de ingresos en cuatro años. Recuperar la situación existente en 2012 supondrá contar para carreteras con 250 millones, más 62 millones en el convenio de obras hidráulicas, 50 en infraestructuras turísticas, 40 en vivienda y 32 en costas. A los que habrá que sumar 42 millones más para políticas activas de empleo y otros 40 para infraestructuras educativas. Una pasta.

Esas cantidades están pendientes de unos presupuestos aún por cerrar, pero en el clima actual de relaciones entre los Gobiernos de España y de Canarias, que mejoró sustancialmente tras la salida de Rivero primero, y la de Soria después, se da por hecho que las islas recibirán por estas partidas más de 400 millones de los que ya llegaron en 2016. Si no hay truco, y a esos 200 se suman los 400 del fondo de competitividad y al aumento del techo de gasto, habrá mucho más dinero disponible para hacer frente a las necesidades de una sociedad muy castigada por la crisis. El Gobierno regional podría llegar a disponer de casi mil millones más para gastar en 2017.

Un dinero con el que resolver el desfase de la factura sanitaria, hacer frente a la activación de los programas de empleo, y pagar no uno, sino hasta dos planes de desarrollo. Los conflictos, intereses y marrullerías de la política personalista que se ha instalado en los partidos regionales nos distraen de la trascendencia del radical cambio de actitud de Madrid con Canarias, un retorno a la normalidad institucional de la que nos sacaron las peleas entre Rivero y Soria. Reflexionar sobre los cuatro años perdidos desde 2012 debería servirnos para huir en la política canaria de conflictos innecesarios.

Pero aquí no reflexiona nadie: mientras Madrid cede, dos mil millones menos después, el PSOE y Clavijo deshojan la margarita de una crisis de poder en el Gobierno regional absolutamente artificial. Y de consecuencias imprevisibles.