La media para aprobar las oposiciones a la judicatura son tres años. Si lo haces antes, has tenido buena suerte. Si tardas más, mala suerte. A Nicole Centanaro Aguado la prepararon un juez y un fiscal. Uno de ellos calculaba que este era el tiempo medio que tardaba un aspirante en convertirse en juez. No imaginaban que esta joven de 24 años que se graduó en Derecho en la Universidad de La Laguna (ULL) iba a romper, para bien, todas sus estimaciones. El 25 de noviembre, después de estudiar durante dos años y un mes, esta chica se convirtió en la mejor de toda España. Estaba sola en el Tribunal Supremo y no se lo podía creer. Llamó a su madre, a su chico, y lloró.

Cuando Nicole estudiaba cuarto de la ESO dudaba entre Derecho y Periodismo, pero al final optó por las leyes. "Me gustaba saber cómo funcionaba la sociedad, cómo se creaban las leyes, por qué cambiaban". Así y todo, al principio todavía pensaba en hacer Periodismo como segunda carrera. Pero en cuarto de Derecho conoció la parte más práctica de la profesión y empezó a interesarse por la judicatura. Ya no hubo marcha atrás. "Me empezó a llamar la atención el papel del juez y decidí que quería hacerlo".

Nicole habla de lo que ha conseguido casi como si no fuera una hazaña. Está convencida de que lo más importante para tener éxito en estas oposiciones, quizás las más difíciles de todas, no tiene que ver con la aptitud que tengas, sino con la actitud. "Al final se trata de memorizar; lo importante es tener constancia, marcarte una meta y seguir hasta ella", asegura. "La perseverancia marca la diferencia", insiste.

Esa forma de ver las cosas no hace que no sea consciente de las dificultades a las que se ha enfrentado. "Yo sabía que iba a ser duro, pero es verdad que no sabes lo que es hasta que estás allí. La presión psicológica, los sacrificios... Impone hasta ver el edificio del Tribunal Supremo. Es verdad que es complicado, pero en ningún momento de los dos años he dudado o he dicho: no quiero, lo voy a dejar".

Nicole estudió diez horas al día y seis días a la semana durante dos años y un mes. Dejó de ver a amigos, de hacer vida en familia, de sacar a su perro tanto como quería, de quedarse hasta tarde en las pocas cenas a las que iba. Tenía que meterse en la cabeza 320 temas de derecho constitucional, civil, penal, procesal-civil, procesal-penal, mercantil y administrativo laboral. Solo se permitía un día libre a la semana, a veces el domingo, otras el sábado. Esos días evitaba quedarse en casa. "Es importante salir, relacionarte con la gente, hacer cosas", repite varias veces a lo largo de la entrevista.

Además, dos veces a la semana iba a cantarle los temas a sus preparadores. Tras año y medio poniendo codos, cuando llegaron los primeros exámenes, una prueba tipo test y un oral, tenía preparado todo lo que entraba. No estaba nerviosa, pero eso cambió cuando superó los dos primeros obstáculos. "Había dedicado mucho tiempo estudiarme la primera parte, pero ahora veía que no tenía mucho para prepararme al mismo nivel el resto de temas, sentía un agotamiento constante y estuve dos semanas bastante agobiada", recuerda. Tuvo que esforzarse más y levantarse a las seis para estudiar más.

En la primera criba, el cuestionario tipo test, se presentaron más de 4.000 personas de toda España. Pasaron 1.500. Al final, después de los orales, solo los 100 mejores se quedaron con una plaza. Cuatro son exalumnas de la ULL, una de ellas de la misma promoción que Nicole. "Todas chicas", dice sonriendo. Otras compañeras no lo han conseguido, pero Nicole está segura de que lo harán. "La suerte influye. Los temas que te toquen, los examinadores, lo nerviosa que seas, cómo estés ese día".

El ocho de enero empieza la siguiente aventura. Los 100 opositores que obtuvieron las mejores notas comienzan el curso en la Escuela Judicial, en Barcelona, el último paso antes de convertirse en jueces en prácticas y obtener plaza. Este último periodo formativo, en el que los alumnos aprenden casos conflictivos y ven más jurisprudencia, durará hasta diciembre. "Te van introduciendo en tu día a día, te enseñan la tarea de un juez".

Luego, cuando tenga que elegir destino, Nicole tiene claro que quiere volver. "Es verdad que Santa Cruz está un poco cotizado, pero en los juzgados del sur y del norte hay más movimiento. Siempre que haya plaza me gustaría quedarme en Tenerife o en Canarias, porque aquí tengo a mi familia, pero no tendría problema si me tocara fuera".

Lo más difícil cuando llegue el momento de trabajar será "enfrentarte cada día a situaciones diferentes en las que hay que aplicar una ley que se ha creado en abstracto y que no siempre es lo más justo para todos los casos", explica. "Al final tienes que asumir que muchas veces una parte va a salir muy contenta del juzgado y la otra odiándote". Cree que esto último influye en la percepción que tiene la sociedad de la justicia, pero lo que más determina el enfado de los ciudadanos con el sistema es "la lentitud". "Faltan muchísimos medios".