Pese a que sus Sixers son el peor equipo de toda la NBA, con solo siete victorias en los 30 partidos disputados -menos de un 25 %-, Sergio Rodríguez está viendo el aro más grande que nunca en todo el curso que arrancó en octubre.

Si en la madrugada del 23 al 24 de diciembre anotó 21 puntos a los Suns de Phoenix, lo que significó su mejor marca desde su vuelta a la mejor competición cestista del planeta, en la pasada madrugada del 26 al 27, el jugador de El Ortigal endosó 18 puntos en la derrota de su equipo frente a los Kings de Sacramento.

Estos dos guarismos le convierten en el segundo máximo anotador de su franquicia en los dos últimos duelos, solo por detrás del camerunés Joel Embiid, que ha alcanzado 27 y 25 puntos. Además, es la mejor serie anotadora de Rodríguez en dos partidos consecutivos, tras la alcanzada a comienzos de mes ante los Celtics de Boston -15 puntos- y los Nuggets de Denver -17 puntos-.

El último partido del jugador de El Ortigal deparó 25 minutos sobre la pista, en los que anotó 7 de 9 tiros de campo, incluidos 4 de 5 triples, repartió cinco asistencias, capturó tres rebotes, recuperó tres balones y perdió dos.

Una de las asistencias, que tuvo como destinatario al propio pívot Joel Embiid, se convirtió en la jugada más espectacular de la noche en la NBA. El tinerfeño robó un balón en ataque y, de espaldas al aro, dio un pase ciego para que el novato africano no perdonara con un cómodo mate debajo del aro de los Kings.

Sergio Rodríguez fue el director de juego de unos Sixers que se mantuvieron en la contienda hasta los compases finales. De hecho, acercó a su conjunto en el marcador (101-100) con su cuarto triple del enfrentamiento. Al final, incluso su compañero Embiid tuvo la opción de ganar el partido de no haber sido taponado por DeMarcus Cousins.