El mediocre siempre anda estresado. No admite crítica alguna y todo se le va de las manos. El día a día lo supera. Desgraciadamente, cada vez nos encontramos con más personas que, como rezaba Santa Teresa de Jesús, viven sin vivir en sí. El mundo hoy parece dividirse en las almas que saben relativizar y las que no. Cuentan por las esquinas que si a uno la vida lo hace enfrentarse a su propio destino, cualquiera que sea la causa, ese uno cambia. Cuando el destino me pegó mi primera bofetada, decidí mirar el tablero de ajedrez, mi propia existencia, desde arriba. Y es que situado abajo, en la posición de peón, sólo aciertas a atisbar lo que tienes enfrente, eres incapaz de concebir una jugada superior, algo más complejo que el acontecer diario.

Pero ¿cómo no caer en la mediocridad si es que alguna vez hemos salido de ella? Pues a veces es preciso alejarse del mundo, separarse de todo. De eso que te carcome, que no te deja vivir. Nuestra existencia es mucho más que una circunstancia desgraciada. Escape como pueda y mírelo todo desde arriba. Como en el ajedrez, verá que hay una amenaza enfrente, pero un montón de aliados a su alrededor y, a poco que se gire, un gran ejército a su espalda. Y jamás, jamás olvide que no hay peor tormenta que la que crea uno mismo en su cabeza.

@JC_Alberto