En las últimas semanas se vienen escuchando voces de la comunidad científica muy críticas con la propuesta de cambio de huso horario, recogida en las conclusiones de una Subcomisión de nombre kilométrico creada para emitir un dictamen sobre posibles cambios en los hábitos horarios de los españoles. La subcomisión para el Estudio de la Racionalización de los Horarios, la Conciliación de la Vida Personal, Familiar y Laboral y la Corresponsabilidad planteó hace tres años en el Congreso de los Diputados un informe en el que, entre otras medidas, defendía la conveniencia de un cambio del huso horario, considerando que ese cambio incidiría favorablemente en la conciliación familiar, algo que ya entonces parecía una solemne sandez.

Ahora, desde distintas instancias de la comunidad científica española, se escuchan voces sobre la necesidad de parar "la bola de nieve" que se ha creado sobre este asunto, manejando no sólo apreciaciones no demostrables, sino también aportando ideas falsas, como la ridiculez de que cambiar nuestro huso horario actual sería una decisión progresista, porque el que tenemos es resultado de una concesión del franquismo al horario del Reich alemán. En realidad, fue la administración gaullista francesa, tras la Segunda Guerra Mundial, la que decidió mantener un "huso general europeo", que hoy es común a la mayoría de los territorios continentales de la Unión Europea.

En cuanto a la idea de que cambiar nuestro huso horario mejorará la conciliación familiar, lo cierto es que una cosa no tiene nada que ver con la otra. Se avanza en la conciliación familiar reduciendo o flexibilizando el horario de trabajo. Cuando hablamos de cambiar el huso horario, hablamos de una referencia temporal distinta a la actual, de levantarnos con más luz, y -si las horas que se emplean en el trabajo son las mismas- eso no tiene nada que ver con la cantidad de tiempo que se dedica a la familia. Si nos despertamos una hora solar más tarde, y entramos a trabajar una hora solar más tarde, saldremos una hora solar más tarde. Eso no afecta para nada a la conciliación, pero el argumento se sostiene alegando que en los países más desarrollados que el nuestro -y con menos horas de sol- se ha avanzado más en la conciliación gracias a la generalización del horario corrido. Es cierto que en países con más horas de oscuridad se tiende a concentrar el horario laboral. Pero ni eso es necesariamente una ventaja en todos los casos -la verdadera ventaja es poder optar-, ni cambiar nuestra actual posición en el mapa mundial de las horas va a hacer que tengamos más horas de oscuridad. Estemos en el huso que estemos, siempre tendremos más horas de sol -sobre todo en invierno- que en los países más al norte. El horario solar y el huso solar son dos conceptos que los políticos de la subcomisión confundieron como lelos.

Puede cambiarse nuestro lugar en el huso por decisión política, pero debería basarse en ventajas contrastadas de índole económica o social que hoy no están claras, y no en cuentos chinos sobre "decisiones progresistas" o fantasías de conciliación familiar. En este país somos capaces de convertir en debate político cualquier cosa. Hasta la relación entre la hora solar y la del reloj.