Lo que ocurre hoy en Candelaria es lo que no queremos para nosotros mismos. Es el no atender al más débil, es mirar hacia otro lado, es pasar de todo. Es no solucionar los problemas y esperar a que el tiempo y la prensa se olviden de los que hoy son desgraciados. Es creerse un cacique sin límite en el tiempo porque una alternativa política a la actual no tiene viabilidad. Me da igual echarme a alcaldes o alcaldesas encima, no son señores feudales, no tienen la verdad absoluta, son falibles y tienen que estar dispuestos a escuchar la crítica sin insultarla; como yo, como el mundo.

En el municipio de Candelaria, y a la espera de un milagro, un puñado de personas siguen viviendo en la calle ante la absoluta desidia de su ayuntamiento. Ni los nacionalistas ni los socialistas, que encabeza la alcaldesa, Mari Brito, se han dignado a acercarse a esta suerte de campamento tercermundista que tienen montado estos vecinos desahuciados para interesarse ni en cómo les va. Hoy, ese consistorio es un espejo en el que no mirarse. Me da igual que los vecinos no sean del signo político de la alcaldesa o de CC, me importa un pito, porque esto no es un problema político, sino un problema social, humano. Pasaron las navidades allí, que es donde duermen, que es donde cocinan y que es donde hacen sus necesidades. La historia contada es todo un despropósito de decisiones fallidas por parte de los políticos que allí deciden. Políticos que, en ocasiones, más que demócratas parecen tiranos.

@JC_Alberto