Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados.

Jesús de Nazaret

Estas cuatro simples palabras encierran toda una filosofía de vida que marcan definitivamente al ser humano, independientemente de toda una larga serie de valores que están unidos de forma definitiva con ellas, como es la bondad, la verdad, la fidelidad y el amor, todo ello con la premisa constante de la perseverancia. Eso de la comprensión parece estar reñido, para algunas personas, con los más elementales principios de la ética. No es para menos cuando el cuadro que se nos ha presentado en muchas ocasiones deja sin valor alguno los actos y las decisiones que alrededor del desarrollo turístico hemos tenido que vivir, bastantes de ellas signadas por viejas y acomodadas costumbres, fruto de una visión totalmente deformada por una formación maligna que seguro está en los genes de algunas de las personas que nos han acompañado en este transito mundano, faltos de las más elementales muestras de honradez, honestidad y fidelidad.

El movimiento turístico, como un ejemplo, es en sí una llamada a esa comprensión señalada, donde la comunidad debe de ejercer la firme voluntad en las personas para entender al prójimo de la forma más amplia posible, en cuyos actos tiene que imponerse una justicia que esté unida a una irrenunciable ética personal. Esta es la fórmula obligada en la práctica -siguiendo con el ejemplo del movimiento mundial del turismo- para que un destino pueda prosperar de la mejor manera, asegurándose su porvenir en el calidoscopio que conforma ese mundo en su más generoso espacio.

Mujeres y hombres del planeta tienen la obligación de mostrar estas cualidades como anfitriones de unos visitantes que buscan curiosamente encontrar unas señas de identidad del lugar visitado, donde la presencia humana y su índice de amabilidad, bonhomía, calidad de vida y excelencia estén acordes con esa comprensión y sentir humano que debe de caracterizar a los habitantes de todas las zonas del mundo. Difícil, complicado e imposible en quienes adolecen de cualquiera de estas cualidades, cuan-do no se poseen desde la mismísima cuna, ya que, como la vida nos ha enseñado, son cualidades imposibles de aprender, y muchísimo menos de saber aplicarlas, cuando se carece de los principios y los valores humanos necesarios para ello.

En una amplia visión de este complicado tema, podemos añadir nuestra particular experiencia conseguida con nuestra vida laboral y familiar, bajo la base de decenas de países visitados, cientos de personajes entrevistados y analizados, con acercamientos constantes a distintas poblaciones, entidades, asociaciones, organismos locales, nacionales, internacionales, etc., los cuales nos han llevado a entender esta difícil problemática.

Rotary Internacional ha declarado el día 23 de febrero como el Día de la Comprensión Mundial. Esto ya es un indicio de la importancia que esta modélica organización, número uno del mundo como club de servicio a la humanidad -con representación en las Asambleas de la Naciones Unidas- concede a este sublime tema de la comprensión.

Indudablemente para nosotros, nos encontramos ante un hecho que está reñido con los elementos que configuran el poder político dictatorial, el cual conduce a la población hacia una vivencia constreñida, falta totalmente de ética y de justicia, donde los valores humanos de la mismas se encuentran subyugados por los intereses políticos del sistema -puro y duro-, que no duda en atropellar, desmontar y vilipendiar los más ambiciosos proyectos, hechos y realidades, nacidos con el conocimiento y las experiencias de vivencias obtenidas a base de grandes sacrificios, con el alto índice del aporte de una iniciativa privada liberal, ancestrada a través de muchos años en personas y entidades cuyos ideales están basados en la libertad, la honradez, la honestidad, la ética y la justicia social.

Difícil y complicada gestión que choca frontalmente con intereses espurios, manipulados de forma dictatorial, desbaratando todo lo que pueda ser contrario a sus principios, metas y hechos, que pongan en peligro su supervivencia en el tiempo y el espacio, para cuyos fines vale todo.

La calidad de vida que genera al turismo está contra toda esta manipulación, y arranca, desde sus principios, sobre las bases de un trabajo bien hecho, donde la presencia humana debe ser el principal ar-gumento en el que se apoye su gestión de progreso, para lo cual se hace necesario sustentar sus pilares en quienes tengan muy presente eso de la comprensión, la honestidad, la honradez, en todos sus actos, basados fundamentalmente en la justicia y la razón, lejos de los atropellos desmedidos, las faltas de consideración y las injusticias sociales, que marcan definitivamente la convivencia de las empresas, la sociedad en general y hasta las relaciones familiares.

Un camino hacia un mundo de esperanzas que tenemos todos abierto, en el que el turismo tiene una importante presencia en sus más amplios senderos, pese a las dificultades que algunos padecemos de forma precisamente irreversible, sin ninguna posibilidad de recuperar el tiempo perdido frente a la falta de la justicia y la razón impuesta por la maldad, que pulula en todos los rincones de este mundo...

Parece ser ley de vida.

*Del grupo de expertos de la Organización Mundial del Turismo (UNWTO)