La responsable de comunicación y redes de Podemos, Laura Fuentes Vega, persona de confianza de Meri Pita, organizó durante el jueves y ayer viernes una campaña de "guerra de redes" que calentó Twitter durante unas horas, y en la que se dieron gusto poniendo a caldo al que esto suscribe y otros periodistas. Podemos tiene todo el derecho del mundo a pedir a sus afiliados que den su opinión sobre los periodistas, sea esta la que sea. Pero no es eso de lo que estamos hablando. Lo que hizo Laura Fuentes fue enviar a través de la red social Telegram instrucciones a dos grupos del partido, incorporando las direcciones de Twitter a las que había que colapsar con insultos, y advirtiendo de que no se utilizaran para ello perfiles de responsables públicos o del partido. Un procedimiento manipulador y bastante siniestro para intentar crear artificial y tramposamente estados de opinión. Porque de trampas es de lo que estamos hablando precisamente, y de una sofisticada técnica de manejo de las nuevas tecnologías para destruir la imagen de periodistas y medios a los que se considera adversarios.

La excusa para ese ridículo ataque planificado por Laura Fuentes, y secundado por su reducido pelotón de anónimos conmilitones, han sido algunas informaciones sobre la crisis interna de Podemos en Gran Canaria, que no gustaron a su jefa Pita. El hecho es que Podemos se enfrenta en Canarias a una grave crisis interna, fruto de la voluntad de su dirección de acabar con la autonomía originalmente pactada con Sí se Puede, un partido nacionalista y de izquierdas, surgido de una confluencia histórica de distintas formaciones y personalidades de la izquierda asamblearia tinerfeña, que hace dos años se sumó con entusiasmo a la posibilidad de crear un frente amplio progresista bajo las siglas de Podemos. La cosa es que Iglesias exige ahora la disolución de Sí se Puede. Y los conflictos internos entre la dirección y los cargos públicos del podemismo no paran. Un ejemplo de esa división es la expulsión de Juan Manuel Brito, acusado de fabricar votos para convertirse en cabeza de lista al Cabildo grancanario. Pero los hechos son otros: en el proceso de primarias del partido, lo que está demostrado es la manipulación llevada a cabo desde el grupo Claro que Podemos, con conocimiento de Pita y Noemí Santana, para falsear correos electrónicos y validar apoyos a sus candidaturas. Una trampa descubierta con la difusión por los medios de una noticia de El Día Televisión, aportando el contenido de los guasaps cursados entre la gente de Claro que se Puede para organizar la manipulación de las primarias.

La dirección de Podemos en Canarias ha reaccionado con un tic totalitario cada día más obvio y recurrente, cuestionando la credibilidad de los periodistas, pero sin atreverse a negar los hechos, que resulta imposible negar. Tienen la mandíbula de cristal: no aguantan crítica alguna, consideran que ofrecer información que les perjudica convierte a quienes lo hacen en servidores de la caverna, agentes venales a sueldo de la corrupción, la banca, el imperialismo, o su repajolera madre. La reacción de Podemos a las informaciones que consideran hostiles es propia de gánsters o matones, amén de torpe y miserable. Desvela un gen sectario, una forma religiosa de entenderse a sí mismos -o conmigo o contra mí-, y un absoluto desprecio por la tolerancia, el respeto a la verdad y la convivencia civilizada.