Recuerdo con agrado aquellas ediciones del Selecciones del Reader''s Digest, que era una especie de perla formativa en medio del desierto de la férrea censura de prensa impuesta por la Dictadura. Su mismo encabezado era toda una declaración de lecturas para facilitar la digestión, y en su sumario se podía optar por temas de índole política, guardando mucho reflejar cualquier opinión, y todo un rosario de amenidades que iban desde temas culturales a biografías de personajes, entrevistas y cuaderno de viajes por los más recónditos lugares del orbe. En fin, una edición en un formato que sigo echando en falta, cuando nos sometemos a las largas esperas médicas o las ocasionadas por el exceso de burocracia funcionarial.

Por este motivo, hoy me voy a referir a notas sueltas que vuelan al compás de los vientos de la prioridad no siempre tan prioritaria, porque muchas veces acaban diluyéndose como un azucarillo. Sin embargo, en estos días de aconteceres políticos, está pendiente la comparecencia del presidente Clavijo para conseguir destejer en público la madeja del complicado guion de la ruptura del pacto de Gobierno. Donde un interesado -y eternamente resabiado Román- exige que sea televisada en directo para todos los canarios.

Y mientras esto sucede para el limitado interés partidista, la ciudadanía se prepara ante las inminentes subidas tributarias, hasta llegar a la confabulación estatal de un nuevo recorte al copago de los medicamentos que hasta ahora, y cada vez menos, han sido financiados con los recursos públicos. Marejada de la buena en los partidos de nuevo cuño en su lucha interna por el poder. Ahí están para corroborarlo los mutuos zarpazos de Iglesias y Errejón, mientras que la gestora del PSOE trata de conformar unas primarias para el florido mayo, admitiendo candidaturas de todo tipo y en espera de la decisión que tome la lideresa Susana Díaz, que esperamos no se tope con un Trump que le haga un Hillary Clinton y la mande a participar en el encendido de la Feria de Abril.

En cuanto a mí, casi miro la reacción al apoyo que la ASG piensa prestar a la solitaria CC-PNC, mientras Asier menciona un principio de pacto de no beligerancia en materia de censura, ante la reacción de las bases secundinas por una reedición del fenecido pacto con los recién expulsados por un quítame allá el reparto del Fdcan. Incluso hasta sería posible ver cómo se habilita de nuevo el nidal de la sede presidencial, pese a haber superado ya la etapa líquida por la sólida. Incluso es posible que se esté fraguando una exclusión y un premio de consolación para la agraciada.

Harto al fin de tanta incertidumbre, el pasado fin de semana, después de largo tiempo de ausencia, opté por visitar el restaurante francés de Taborno, completamente abarrotado de excursionistas y comensales, donde gracias a la gentileza de la dueña conseguí una mesa recién anulada por un reservista arrepentido. Reconozco que fueron unos minutos diferentes en los que desperté al Carpanta preso en mi estómago, y disfruté de sabores más singulares que la tediosa habitualidad de los guisos autóctonos. La presentación -ahora está de moda decir "emplatado"- fue un recreo para la vista. Y todo hubiera discurrido gratamente si no hubiera sido por una participante mal educada y gritona -posiblemente pasada de alcohol- que nos hizo soportar y padecer a todo el comedor con sus estridentes risotadas, hasta el punto de azorar a los propietarios y empleados, que no sabían cómo excusarse ante tamaño escándalo. Todo un alarde absoluto de falta de educación, cuya responsable ni siquiera se dio cuenta. Y es que tanto en comportamiento personal como en talante político, la educación tiene que ser incuestionable.