La Palma, especialmente el municipio de Breña Alta, recordó esta semana a los fallecidos en la mayor tragedia registrada nunca en la Isla por una catástrofe natural, ocurrida el 16 de enero de 1957 por riadas escalofriantes tras fuertes lluvias. 60 años más tarde, habría que preguntarse si la población aprendió de lo vivido, si se han dejado libres los cauces de aquellos barrancos y conocer, en el fondo, si ocurriría otro desastre similar de producirse fuertes lluvias con avenidas.

En realidad, ya hay repuestas a cada una de esas preguntas o, al menos, una aproximación bastante efectiva a lo que ocurriría. Un exhaustivo trabajo final de grado en Geografía y Ordenación del Territorio por la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, elaborado por el joven palmero Francisco Javier Martín bajo la dirección del profesor Pablo Máyer Suárez, deja al descubierto que en caso de registrarse un episodio de lluvia torrencial en la misma zona que en 1957, "se producirían aún más daños" (con viviendas incluidas) que los contabilizados en la tragedia, al menos materiales (la pérdida de vidas humanas depende de muchos factores), debido "a las modificaciones de los cauces de los barrancos analizados".

El trabajo, presentado para su evaluación en 2016 bajo el título "Aproximación al análisis de las inundaciones en los municipios de Breña Alta y Breña Baja", ofrece extensa información sobre datos pluviométricos y análisis de precipitaciones, causas meteorológicas, cambios antrópicos y características del medio físico y humano del área de estudio, desde la litología a la hidrografía, vegetación, condiciones climáticas...

El autor del trabajo, con el apoyo del director, no deja nada al azar, aportando análisis e incluso hipótesis con cada una de las posibilidades reales que se pueden producir en las cuencas de los barrancos más importantes: Amargavinos, que discurre por Breña Baja y pasa por su núcleo urbano, San José; y Aduares y Aguacencio, por el municipio de Breña Alta.

Tras el estudio de datos y de variables posibles, el trabajo advierte como resumen más destacado de que en caso de avenidas el "punto negro" no se localizaría en esta ocasión en El Llanito, tal y como ocurrió hace seis décadas. Sí se subraya que en esta zona el Puente de Aduares (arrasado en 1957), punto por el que debe desaguar toda la precipitación que se recoja en la mitad sur de Cumbre Nueva, es mejorable y aunque la presencia de viviendas en el cauce del barranco no es destacable, hay dos construcciones que se encuentran dentro de los límites del Dominio Público Hidráulico establecidos por el Estudio de Inundabilidad de Breña Alta, "y se deberían tomar medidas de protección ante posibles avenidas".

Sin embargo, el epicentro de la supuesta tragedia estaría ahora, según este trabajo de fin de carrera, en Aguacencio (donde se encuentra el vivero). En este punto, confluyen un buen número de profundos barrancos que drenan el agua de lluvia de casi la totalidad de la parte norte de Cumbre Nueva. "Toda esta cantidad de agua debe drenar por un puente de poco más de cuatro metros de ancho que en la avenida de 1957 fue parcialmente destruido", y que "simplemente se ha modificado en su anchura" para responder a las exigencias actuales del tráfico.

Los cambios que se pueden apreciar en esta zona comparando las fotografías de la época con otras actuales "son sustanciales". Lo que antiguamente eran campos de cultivo próximos al barranco "se han convertido en viviendas", incluso se localiza un negocio, "lo que puede suponer un peligro evidente en caso de precipitaciones intensas, pues se hallan en la zona inundable del antiguo cauce".

Es una construcción que llega a calificar de masiva a ambos lados del barranco, a lo que además "se le suma la presencia de una carretera pavimentada en su interior". Esta vía, junto con las edificaciones, "hace que los coeficientes de escorrentía aumenten en episodios de lluvias intensas". Con todo lo anterior, el cauce ha quedado reducido a apenas once metros en su parte más ancha.

El trabajo de campo realizado en la zona por el joven Francisco Javier Rodríguez ha dejado patente "el grado de abandono por parte de las autoridades", puesto que en muchos casos "este cauce era prácticamente imposible de identificar debido a la cantidad de masa vegetal que lo cubre".

El nuevo graduado hace mención, aunque de manera más somera, a otra serie de barrancos como el Socorro o San Antonio, "que no se encuentra ocupado por ningún tipo de infraestructura y el ayuntamiento local lo mantiene en un estado de limpieza adecuado la mayor parte del año; además, se hacen campañas de limpieza previas al invierno".

Barranco de Aguacencio

En el barranco de Aguacencio no se ha respetado el cauce del barranco, con la construcción de viviendas en lo que antaño eran campos de cultivo. Es el punto más conflictivo en caso de riadas.

Puente de Aduares

En el trabajo fin de grado se advierte de que el puente de Aduares es mejorable, y hay dos viviendas que se encuentran dentro del dominio público hidráulico, que deben protegerse de posibles avenidas.