Los Reyes Magos de Oriente me trajeron un CD titulado "Las canciones de mis abuelos", y me traen a la memoria, con mucha nostalgia, un montón de recuerdos del Círculo de Amistad XII de Enero, nuestro querido y popular "Recreo", en el que la juventud de mi época disfrutó de lo lindo, especialmente en los afamados bailes. Casi siempre estaban amenizados por la popular orquesta arafera los Nik and Randy, con su gran vocalista, Agustín Bermúdez, a la cabeza. Un tipo especial, buen cantante y mejor persona, que parece que se encuentra fatal de las piernas y no sale a la calle, así que aprovecho para desearle lo mejor.

Todas las canciones que aparecen en esta grabación fueron interpretadas en esas fiestas: "Rasca-yú", "Santa Marta", "El Cha-cha del tren", "Mi casita de papel", "Una casita en Canadá", "La vaca lechera"... y tantas otras que disfrutamos los jóvenes bajo la atenta mirada de Agustín, y que propició la formación de un montón de parejas, que se ennoviaron y posteriormente se casaron. Cuando le parecía, paraba la orquesta y ordenaba el cambio de pareja, así que en una de esas permutaciones, conocí a la que desde entonces es mi compañera, y con la que llevo cincuenta y cinco años. Así que gracias Agustín por hacerme enormemente feliz.

Destaco una bonita frase de la carátula del CD: "No hay duda de que las canciones de una época son fiel reflejo de los acontecimientos, las inquietudes, los sentimientos y las necesidades de las gentes que vivieron esos tiempos", y añade: "Es curioso que cuando una sociedad pasa por momentos difíciles y traumáticos, las canciones tienden a ser más divertidas, alegres y bailables, como si se tratase de la válvula de escape que permite a esa sociedad olvidarse de sus problemas cotidianos". Asumo totalmente estas palabras, pues nací en el 36 y, como mis amigos Julio y Contreras, me crié en la postguerra, con cartillas de racionamiento, escasez, sufrimiento y mucha tristeza. Una época de rencor y remordimiento que personalmente jamás he permitido tener.

Julio García, al que todo el mundo lo conoce como Goya, me cuenta que de su tertulia frente al Olimpo ha perdido a siete en poco tiempo, y que ahora es difícil contar cosas del pasado porque muchos de los que se han incorporado no se las creen. Para avanzar y afrontar el futuro siempre hay que recordar primero lo sucedido en el pasado, sobre todo para no cometer los mismos errores.

En el Recreo hubo muchos personajes que dejaron huella, como Domingo Hernández González, "Dominguito", que fue un gran bailarín de salón, ni guapo ni feo, pero que bailaba tan bien que siempre tenía pareja. Anda por los 86 años, y todos los fines de semana va en guagua al baile del Café de París en el Puerto de la Cruz, y se queda hasta el final para volver con la orquesta. Durante la semana no para de caminar, recorre toda la ciudad, y echa una mano cobrando recibos. Le conocí trabajando en Cantón y Alonso, donde también estuvo toda la vida en plantilla mi tío Pepe Suárez, otra persona singular que siempre perdura en mi recuerdo. Dominguito trabajó también en Diana Publicidad con Conesa, ¿que será de él?, y con su cuñado Paco Lomas, que falleció muy joven y dejó a su viuda las representaciones. En carnavales eran los mejores bailes, y uno de los reyes de los disfraces era Nazario de El Toscal, grandes amigos él y su mujer, y muy buenos cristianos, siempre pendientes de la Iglesia de San José. Nazario se ponía un traje de gitana, los zapatos y los calcetines, y con un enorme puro y el vaso en la mano se lo pasaba pipa. Les envío un afectuoso saludo. Otro personaje era José Ríos Gil, que se ponía un gorro árabe y a todo el mundo le recordaba a Faruk. También buen chico Encinoso, que usaba un peluquín negro, aunque la gente lo conocía por el mote de "poco pelo". Ambos nos dejaron.

El anecdotario del Círculo es extenso, así que prometo volver a ocuparme de esta sociedad tan querida para los santacruceros. Hoy tampoco me meto con el partido de Julio, que creo que eres conservador, algún día me lo dirá.

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