Fernando Clavijo vive lo que en el mundo del marketing se conoce como "crisis de reputación". Está ahí donde nada es verdad ni mentira. En democracias mucho más consolidadas que la nuestra, cada grupo de presión siempre se ha situado a favor o en contra del poder. También les ocurre a Pepsi y a Coca Cola. Unos ganan con sus apuestas y otros pierden. Es la historia de la humanidad. Detrás de cada grupo fáctico que apoya al poder establecido suele haber un entorno económico que lo sufraga. Y a la inversa. A veces, los medios de comunicación no son ajenos a esta realidad. A veces sí. Todo forma parte de ese juego de ambición eterno que se resume en "Las 48 leyes del poder" de Robert Green o en la trilogía de "El Padrino" de Francis Ford Coppola.

¿Es Trump el monstruo que nos pintan? Y si fuera así, ¿cómo es posible que haya sido votado de tal manera? Me cuesta creer que Fernando Clavijo sea lo tirano o torpe que algunos cuentan. Lo tachan de soberbio y de no tener cintura ni experiencia política. Pero ¿qué hay de cierto en todo esto? Al final resulta que en el mundo de la imagen la verdad es lo de menos, porque somos títeres de la definición de otros. Importa la credibilidad, que es cosa bien distinta. Fernando Clavijo puede ser el tío más cercano, sano, documentado o con altura de miras con el que nos vayamos a topar, y su "crisis de reputación", la mayor de las pamplinas. En cualquier caso, no está en sus manos. Clavijo puede ser y será el mejor presidente de la historia de Canarias. O quizás, todo lo contrario.

@JC_Alberto