Te has criticado a ti mismo durante años, y no ha funcionado. Quiérete y observa qué ocurre.

Louise L. Hay

La autoestima puede jugar un papel importante en nuestra felicidad. El éxito en nuestra vida depende, en gran manera, de ella. Esta afirmación, que no parece estar apoyada en ninguna evidencia científica, se basa en la premisa de que una alta autoestima conduce a grandes logros.

Esto nos ha llevado a preocuparnos de los peligros de una baja autoestima y su relación con el poco rendimiento, falta de iniciativa, aislamiento social o incluso depresión o autolesiones. De esta forma, mucha de la literatura de autoayuda está centrada en cómo aumentarla. Esta baja autoestima se ha asociado al fracaso o a la no consecución de los objetivos propuestos.

Pero la competencia es una realidad vital, y el miedo a que la gente se sienta mal por no conseguir los resultados esperados puede resultar contraproducente. Minimiza el esfuerzo personal o colectivo realizado para conseguir un objetivo. Transmite la sensación de que se ha ganado un sorteo, más que haber obtenido un reconocimiento al trabajo desarrollado.

Muchos niños o niñas están tan convencidos de que son pequeños genios, que no ponen mucho esfuerzo en su trabajo. O están tan presionados con las alabanzas que se convierten en niños problemáticos o ansiosos. La solución a este dilema parece sencilla. Si queremos autoestima, ¡hagamos cosas estimables! Los logros no se pueden extraer de una chistera o "descargarse" de internet. El conocimiento se adquiere estudiando, las habilidades ejercitándolas y los logros personales se obtienen con una adecuada mezcla de tesón, motivación y esfuerzo.

Es este empeño el que genera esa sensación de orgullo y estima propia, personal. Podemos solucionar el puzle que está haciendo nuestra hija o podemos ayudarla a que lo consiga por sí misma. La sensación que experimentará será bien diferente.

Son numerosos los estudios que confirman que la satisfacción es un sentimiento interno. Mientras la subida de dopamina asociada a un premio es efímera, el esfuerzo que lleva a conseguirlo es bastante más duradero. Este esfuerzo compromete al individuo de una forma personal que, a veces, tiene poco que ver con las recompensas que se obtengan. El reconocimiento propio de nuestras capacidades es un sentimiento que nos acompaña a lo largo de nuestra vida.

La verdadera autoestima nos hace sentir bien porque está basada en el orgullo. Y este se sustenta en la confianza y la capacidad. La estima y las emociones relacionadas provocan una sensación de éxito y confianza en lo que hacemos. Es un sentimiento muy agradable que no se puede conseguir, sin embargo, sin esfuerzo y disciplina.

El otro lado de la autoestima no es el fracaso. Todo lo contrario, el fracaso forma parte del juego. Se aprende de él, se genera tolerancia y se sigue intentándolo hasta que conseguimos aquello que buscamos, aprendiendo a disfrutar del proceso, de sus contraluces.

La autoprotección excesiva es contraproducente para una autoestima genuina. Es algo que se construye sobre los cimientos de los errores superados, de los obstáculos traspasados. Nunca sobre una camino fácil o sin dificultades.

@LeocadioMartin