Las regiones con una elevada presencia de empresas cooperativas tienen una menor tasa de desempleo, y los pueblos donde este tipo de sociedades colaborativas constituyen la base de su economía registran altos índices de bienestar. Pese a esta evidencia, Canarias parece resistirse a sumarse a estas iniciativas. Para darles un impulso ha nacido la Cátedra de Economía Social y Cooperativa de la Universidad de La Laguna (ULL) y Cajasiete, cuyo director, Cándido Román Cervantes, está convencido de la necesidad de educar en estas prácticas para promover un sector productivo "que priorice los valores humanos y la sociedad antes que el capital" sin perder por ello rentabilidad.

La cátedra se desarrollará en torno a tres ejes: investigación, docencia y difusión. El segundo de estos aspectos tiene una importancia especial. "Nadie nace siendo un buen médico o un buen ingeniero, y tampoco un buen cooperativista", afirma Cervantes. Sin embargo, hay diferencias: encontrar contenidos de economía social y colaborativa es difícil, incluso en la propia universidad. Sin ir más lejos, "en la ULL no se explican estas materias" y, como advierte el profesor de la facultad de Económicas, "no puede haber cultura y conocimiento si nadie explica a nadie de qué va la cosa".

Si esta es la situación en las instituciones de educación superior, peor aún es en etapas inferiores de la enseñanza, donde, con suerte, estas experiencias se limitan a "prácticas aisladas" de algún docente. "Hay que introducirlas, para que cuando los alumnos lleguen a la universidad las sigan recibiendo, y cuando terminen sus carreras se planteen la opción de un proyecto de emprendimiento colectivo, y no solo de opositar o de montar una empresa basada en una idea genial con la que se van a forrar", un concepto este último que suele acabar en "desastre". Este individualismo es, a juicio de Cervantes, la explicación de la escasa cultura cooperativa en el Archipiélago.

La formación llegará a todos los niveles. La recibirán empleados públicos, sobre todo de ayuntamientos, para contribuir a la puesta en marcha de empresas sociales y cooperativas en sus municipios. La docencia se dirigirá también a los estudiantes de la ULL, que en abril acogerá sus terceras jornadas de economía social y, desde el 15 de febrero, un curso sobre economía del bien común.

Estas actividades permitirán desterrar los perjuicios que aún pesan sobre las cooperativas. Relacionadas en ocasiones con "elementos de conflictividad y de fracaso" y rodeadas de connotaciones ideológicas, en realidad estas empresas "son hoy día muy rentables y potentes" y se extienden por todo el mundo y en actividades muy diversas: arroz en Brasil; carne y leche en Irlanda y Argentina, donde el cooperativismo se ha introducido también en el mundo del "software" y la tecnología digital; atún en Japón; hospitales en la costa Este de EEUU; supermercados en Suecia... Las tasas de cooperativismo más elevadas se dan en países "con un modelo económico más admirable, envidiable y copiable", como los escandinavos o Canadá.

Como en el pasado, la reciente crisis económica ha demostrado la mayor resistencia de las cooperativas a los ciclos restrictivos, destaca el director de la cátedra. No solo han aguantado mejor, sino que también han surgido más, junto a otras experiencias de la economía colaborativa que "han llegado para quedarse". Una facilidad superior para ajustarse cuando vienen mal dadas y la "satisfacción personal" que da tener el control de la empresa y ver reflejadas las propias ideas en el plan de negocios son ventajas que explican su éxito. Como dice Cervantes, es "tiempo de cooperar".

Solo el 0,65% de los ocupados en Canarias

Los datos confirman que Canarias se encuentra muy lejos de las comunidades autónomas en las que más implantación tiene la economía cooperativa. Solo un 0,65% de los ocupados de las Islas trabaja en este tipo de sociedades, según cifras de 2014 que -según el director de la cátedra de Economía Social y Cooperativa de la Universidad de La Laguna y Cajasiete, Cándido Román Cervantes- no han variado demasiado desde entonces. Esos 4.821 empleos del Archipiélago contrastan con los más de 55.000 del País Vasco -una región de población similar-, donde el 5,7% de los trabajadores forma parte de una cooperativa. En cuanto al número de empresas, en Canarias solo hay 1,38 por cada 10.000 habitantes -291 en total-, mientras que en Murcia esta proporción se eleva hasta 9,36 y en Euskadi ronda los siete. Cervantes remarca una diferencia entre el País Vasco y el Archipiélago: en la primera región, el 30% del empleo total -directo e indirecto- está vinculado a empresas de economía social, en tanto que en Canarias ese mismo porcentaje se relaciona con el turismo. "Ese modelo de desarrollo basado en el turismo no es posible. Hay que buscar alternativas".