Es posible que sea una evidencia lo que sigue, pero no está de más recordar que preservar nuestro patrimonio debe figurar en la agenda de cualquier político que respete lo que hemos heredado de anteriores generaciones que dejaron en las ciudades del Archipiélago canario bienes materiales y naturales que deben convertirse en prioridades a afrontar. No se trata de que el pasado constituya una significativa dificultad para construir un futuro que está ahí. Pero esa misma visión de un escenario diferente, que se construye día a día, nos da una idea de por dónde no se debe caminar. Tenemos un ejemplo reciente que nos ha regalado el célebre arquitecto especialista en goteras, Santiago Calatrava, con la situación del Auditorio y del Recinto Ferial. Cuando hace años fuimos al nuevo aeropuerto de Bilbao, nos encontramos con la típica obra de este técnico adornada por una palangana en medio de la planta baja cuya finalidad era la de recoger las gotas de lluvia que se filtraban desde arriba. Ignoramos si las autoridades vascas le han pedido responsabilidades. Aquí, al menos, el Cabildo sí lo ha hecho. Veremos con qué resultado. Hubo una época en nuestra ciudad en la que predominaron grandes edificaciones que ahora vienen mostrando sus carencias, fruto de las prisas en terminar un montón de obras nuevas con fines aún no entendidos claramente. Sin embargo, nuestro modesto patrimonio sí sufrió las desidias de anteriores instituciones, más preocupadas por dedicar tiempo y dineros a proyectos megalómanos que ahora comienzan a mostrar sus fallos.

El actual Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife ha comunicado la rehabilitación inmediata de uno de los rincones más bellos de la capital: la plaza de los Patos (plaza Veinticinco de Julio). Se detalla que presenta un importante deterioro y deficiencias debidas a pérdidas de agua y oxidación de las tuberías de la fuente principal, bancos, azulejos, parterres y, en fin, toda la plaza. Es decir, una oxidación de tuberías no se produce de un día para otro, viene de lejos. De la misma manera que el presidente del Cabildo ha llamado la atención de Calatrava, el alcalde Bermúdez debe, como mínimo, solicitar a los artistas que formaron parte de anteriores corporaciones explicaciones del porqué de este abandono generalizado.

Asimismo, el Templo Masónico, el Palacio de Carta, la escuela de Artes y Oficios, el cementerio de San Rafael y San Roque, el parque Viera y Clavijo, la Escuela de Comercio, Valleseco, la solución a la Plaza de Toros, aparcar la ridícula idea de disponer de barquitos con mandos a distancia en la charca sucia y estropeada de la otrora Plaza de España... En fin, de lo mínimo a lo verdaderamente importante surge una actuación conjunta que este Ayuntamiento ha olvidado: ejecución, rehabilitación y mantenimiento. Se espera que todos los emblemáticos edificios citados reciban de las autoridades, antes de que se caigan para siempre (como ocurre en el barrio de El Toscal), la dedicación y el mimo que recibe la Fuente de las Ranas, en el parque de María Luisa de Sevilla (la plaza de los Patos es una réplica de la andaluza), y sepan lo que hay que hacer. Lo que hay que hacer no es lo que manifestó públicamente un concejal analfabeto tiempo atrás refiriéndose al Templo Masónico: "No sé por qué tanto empeño en este edificio. La única importancia es que un día fue farmacia militar". Así no puede funcionar ningún Ayuntamiento.

Mientras se resuelven (¿se resolverán?) los claros negocios de Las Teresitas y el Mamotreto, en manos, o no, de la Justicia, apuntemos algo diferente y positivo para la capital: el Gobierno de Canarias y el Ayuntamiento chicharrero han firmado un nuevo documento en el que se refleja que será la municipalidad la que se faculte para realizar las obras pertinentes y el Gobierno se encargará de su financiación en los próximos tres o cuatro años. De esta manera, el Ayuntamiento aprobará el proyecto, lo licitará y actuará en las obras con financiación autonómica. El pasado, entonces, puede salir del olvido.