Es la institución pública más valorada y querida por todos los ciudadanos canarios. En su momento muchos pensamos que la decisión de crear la comunidad autónoma era un error, pues lo consideramos un organismo innecesario, y el tiempo nos ha dado la razón, pues a día de hoy y a la vista del enfrentamiento inútil entre los partidos políticos, está claro que sobra alguien. Esta evidente triplicación de algunos organismos de la administración en las Islas nos ha conducido a un incremento del gasto público y a una falta de coordinación entre las distintas gerencias.

Cabildo viene del latín "capitulum". Es la corporación local que representa a la población de cada isla y que gestiona sus intereses, pues desde la época de su constitución, en 1913, ha prestado un gran servicio a los tinerfeños. Con la instauración de la democracia, asumieron las competencias de turismo, medio ambiente, cultura, deportes, industria..., así como la gestión de licencias, o el transporte público y la ordenación territorial, e incluso gravar ciertos impuestos indirectos. Todos estos cambios se han fortalecido con los diversos procesos de transferencia de competencias y han mejorado su financiación, por lo que si hubiera que elegir un solo órgano de gestión del dinero de los tinerfeños, creo que los ciudadanos elegirían el Cabildo Insular.

No podemos seguir manteniendo el triplicado de órganos de gestión en Canarias, y tenemos además funcionarios suficientemente capacitados para desarrollar la labor administrativa sin necesidad de asesores. En cultura, por ejemplo, la coordinación es fundamental para el aprovechamiento de espacios, la programación de actividades y la mejora de las dotaciones económicas, y no como en la actualidad, que parece que existe una lucha de poder entre organismos.

Este largo preámbulo me sirve para recordar a algunos presidentes y funcionarios de esta institución con los que tuve relación por distintos motivos. Don José Miguel Galván Bello fue uno de ellos. Parecía un hombre poco accesible cuando me lo encontraba en los descansos de la temporada de ópera, pero resultó todo lo contrario. En una ocasión me nombraron mediador entre él y una importante empresa importadora de licores y tabaco de Las Palmas, así que lo asalté en uno de los intermedios para entregarle un informe en sobre cerrado sobre el tema del impuesto sobre el lujo. Fue un sábado, y el lunes a primera hora me llamó para convocar una reunión al día siguiente a las 12 de la mañana. Fue muy positiva y fructífera para ambas partes, pues unos días más tarde me llamó para darme las gracias y se aprobaron las nuevas tarifas impositivas.

En mi época en la junta directiva de Aspronte establecí contacto con don Rafael Clavijo García. Ayudó mucho a la asociación y fue un hombre que supo escuchar y entender los problemas. En un viaje que hicimos juntos a La Gomera tuvimos oportunidad de hablar largo y tendido sobre cómo ayudar a nuestros niños con distintas discapacidades. Unos meses después el Cabildo concedió a la asociación la Medalla de Oro de la provincia, galardón que lucen hoy con orgullo en la celebración de su 50 aniversario.

No recuerdo los apellidos de un alto funcionario que me trajo por el camino de la amargura durante mucho tiempo, un tal José Manuel, jefe de negociado de impuestos, que quería aplicar un canon de lujo a la mayonesa. Me pidió documentos de todo tipo y hasta le llevé uno del Sindicato del Olivo, que decía claramente que por ser un producto vegetal estaba exento. Al final vinieron de Sevilla el presidente de la compañía y su abogado. Duró dos minutos la conversación y devolvió todas las cantidades mal aplicadas. Era un hombre duro y competente.

Alberto Erice y yo tuvimos serios enfrentamientos con esta administración con el tema de las tarifas especiales, pues hubo muchos beneficiados locales, como el que vendía postales importadas y decía que las fabricaba aquí, o el negociante que traía las tachas y clavos, que se forró a cuenta de las tarifas. También con Adán Martín tuve mi rifirrafe por el Auditorio. Con José Segura y con Melchior me llevé estupendamente, sobre todo con este último, pues había trabajado con su padre y lo conocía bien. Al actual no lo conozco personalmente, pero creo que está haciendo una gran labor.

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