A veces no te das cuenta de tus propias fortalezas hasta que te encaras con tu mayor debilidad.

Susan Gale

¿Recuerdas la última vez que te viniste abajo? No resultó sencillo recomponer los pedazos y seguir adelante, ¿verdad? En ese momento te prometiste que serías más fuerte la próxima vez. Que no te iba a coger de sorpresa. Que estarías preparado. Pero ¿lo hiciste? ¿O se quedó en una promesa sin trabajo añadido? No pasa nada. Es lo nos pasa a la mayoría de nosotros. Utilizamos esa promesa como una forma de recuperación. De salir de ese bache emocional. Pero cuando, con el tiempo y el devenir diario de la vida, parece que nos hemos recuperado, olvidamos la promesa. Y volvemos a ser vulnerables.

Les propongo una serie de consejos o trucos que pueden ayudar a reconstruirnos. Puedes llamarlo entrenamiento en resiliencia para principiantes.

Rómpelo en pedazos. Cuando nos enfrentamos a una tarea, aparentemente inabordable, tenemos la tendencia a escondernos bajo la manta, huir o asustarnos. Normal. Si nos dicen que tenemos que perder veinte kilos o terminar un informe para el lunes, solo vemos el objetivo final. Dividamos el reto en tantas partes sucesivas como podamos. Luego toca ordenarlo y asignarle tiempo a cada escalón. Después, ¡manos a la obra!

Céntrate. Es el momento de poner en práctica los ejercicios de "mindfulness" que has aprendido. Al igual que el paso anterior, comienza con lo básico. Por muy avanzado que estés en tu práctica, ¡respira! Dedica un buen rato ha hacerlo. Hasta que sientas que es lo único que tienes que hacer en ese momento.

Desatasco. Cuando algo malo nos ocurre, lo sobreanalizamos, preguntándonos por qué a mí. Pensamos qué habremos hecho para que todo saliera tan mal, cómo no nos dimos cuenta a tiempo... En fin, perdemos un tiempo valioso, en lugar de replantearnos cómo podemos aprender de lo que nos ha ocurrido. Y aprender de ello. Paso a paso.

Lo bueno. Es precisamente en estos días en los que la vida nos vapulea cuando se hace más importante ser conscientes de aquello que tenemos. De las personas que están a nuestro lado y nos quieren. De lo que hemos conseguido en nuestra vida y que, en muchas ocasiones, damos por seguro. Escríbelo tras leer este artículo. Y déjalo a mano para ir actualizándolo. Cuando llegue una bajona, puede ser de gran ayuda.

Objetividad. Los seres humanos tenemos la tendencia a maximizar lo negativo y minimizar lo positivo. Podemos recibir un aluvión de alabanzas por un trabajo bien hecho y quedarnos, paradójicamente, con la única crítica. Al parecer esto se debe a que nuestro cerebro lo procesa como una amenaza y entiende que debe reaccionar ante ello.

En los momentos duros, este fenómeno se maximiza, probablemente por la cercanía temporal. Y olvidamos todo lo bueno para engancharnos en lo malo. Reviviendo la situación o el contratiempo una y otra vez. De esta forma conseguimos multiplicar su efecto negativo. Ser objetivos con nosotros mismos es un nuevo reto.

Por encima de todo, recordemos que nuestra vida es un balance. Aprendemos y mejoramos. Y, en ocasiones, los momentos más duros constituyen las mejores fuentes de aprendizaje. Nos define tanto lo que hemos conseguido como lo que hemos superado.

@LeocadioMartin