Durante años fue uno de los puntales más reconocidos de la lucha canaria. Sus enfrentamientos conJosé María González, Parri II, por ejemplo, marcaron una época en el deporte vernáculo. Aún hoy los recuerda con cariño. Pero la historia de Melquiades Rodríguez no solo se escribió en los terreros. Él la sigue ampliando, a su manera, como "puntal" de la Empresa Mixta de Aguas de Santa Cruz (Emmasa).

Allí lleva ya nada menos que 28 años. "Fui a preguntar un día, presenté los papeles y me llamaron". Así resume el inicio de su relación con la empresa, cuando aún desplegaba toda su fortaleza por los terreros de las Islas. Y era mucha.

Desde ese entonces, allá por el año 1989, Rodríguez, nacido en Fasnia pero "adoptado" en la capital, ha ejercido de "clorador" -bromea- oficial de la compañía, una labor que lo lleva a repartir unos 150.000 kilos de hipoclorito sódico (cloro) al año por los diferentes depósitos que la empresa tiene repartidos por todo el municipio.

Una tarea delicada y no exenta de riesgos que él, sin embargo, ha ejercido sin ningún tipo de incidente. "Ni falta que hace", enfatiza. Detrás de sus palabras y, sobre todo, de sus hechos, se esconde la responsabilidad que adquirió de pequeño, en gran medida heredada de su padre: "Siempre me decía que con fuego no se jugaba", recuerda.

A ello se suma la formación continua que le ofrece la compañía. Al fin y al cabo, de su pericia depende en buena medida la salud de miles de santacruceros.

"Es de los trabajadores que no dan problemas en la empresa, sino que aporta soluciones, y eso se agradece", puntualiza Juan Santiago Méndez, responsable de Redes de Emmasa.

Equipado con guantes especiales y mascarilla, Rodríguez distribuye con precisión milimétrica el cloro necesario en cada caso desde la furgoneta que conduce. Y sorprende su tarea si se tiene en cuenta el volumen de su cuerpo, reflejo aún, más o menos fiel, del gran bregador que fue.

Con cinco años aún por delante para llegar a la edad de jubilación -tiene ahora 60-, Melquiades recuerda que, cuando luchaba, llegó a pesar hasta 160 kilos. Fueron tiempos en los que logró títulos no solo insulares o regionales, sino otros con más prestigio como el de Campeón de España de Lucha Libre Olímpica y de Grecorromana, en Mérida y Badajoz.

Pese a todo, aclara que "nunca" vivió de la lucha canaria, un deporte que practicó desde que tenía la edad de catorce años -se retiró a los 41-. "Yo trabajé", subraya. Eso sí, destaca que gracias al deporte vernáculo ha estado en muchos lugares, no solo en las Islas y en la Península, sino en países como Corea del Sur.

Y aunque alejado ahora de los terreros desde hace unos años -su última etapa fue como mandador del Club de Lucha Victoria-, Melquiades Rodríguez tiene una visión crítica de la lucha canaria: "Ha cambiado para peor", asegura. ¿Por qué? "La gente, en los deportes pobres, se mete mucho para promocionarse", sentencia.

Pese a todo, y para matar el gusanillo, reconoce que "de vez en cuando" asiste como espectador a alguna luchada. "Y de paso me echo unas perritas de vino en el Norte", bromea. Cuerpo para ello le sobra.