La isla de El Hierro "se hinchó" hasta 27 centímetros en los dos años siguientes a la erupción de 2011-2012 debido a seis entradas de magma en su subsuelo aún más potentes que la que formó el volcán Tagoro, pero que no llegaron a emerger a pesar de haber provocado más de 5.400 seísmos.

El Hierro es la más joven de las Islas Canarias -su parte emergida solo tiene 1,12 millones de años- y una de las más activas en términos geológicos, como evidencian los más de 200 conos volcánicos diseminados a lo largo de sus 268 kilómetros cuadrados de superficie.

No se conocen en ella erupciones en periodo histórico, por lo que el nacimiento del volcán submarino Tagoro el 10 de octubre de 2011 vino a romper más de 600 años de tranquilidad en este campo, solo alterados por una crisis sísmica en 1793.

La revista científica "Journal of Volcanology and Geothermal Research" publicará en su próxima edición impresa la última de las investigaciones a las que ha dado pie una de las primeras erupciones monitorizadas en directo a lo largo de todo su desarrollo, que en este caso pone el foco en lo que ocurrió después.

Se calcula que el magma que se acumuló bajo El Hierro en los meses previos a la erupción desencadenó más de 10.000 seísmos, la mayoría de ellos de baja intensidad, y elevó la Isla unos cinco centímetros, hasta que toda esa presión encontró una vía de escape bajo el mar de Las Calmas por la que brotaron unos 0,329 kilómetros cúbicos de materiales volcánicos.

Cinco investigadores del Instituto Geográfico Nacional (IGN), el Instituto de Ciencias de la Tierra de la Universidad de Islandia y el Centro para la Observación y Modelado de Terremotos de la Universidad de Leeds (Reino Unido) dan a conocer ahora un estudio sobre las seis reactivaciones volcánicas que se produjeron en la Isla ya acabada la erupción.

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