La difusa frontera entre la vida privada y las responsabilidades públicas casi ha desaparecido. El "striptease" de los políticos, zarandeados por el descrédito de la corrupción, las sospechas y los prejuicios condenatorios, es ya integral. La gente quiere conocer su vida más allá de las responsabilidades de representación que han asumido ante los ciudadanos.

A Casimiro Curbelo le cayó la del pulpo después de un incidente en una comisaría en Madrid, tras una noche de copas en un bar de dudosa reputación (como la de los partidos políticos). No se sabe todavía a quién se le fue la olla, pero un intento de presentación de denuncia en una comisaría cercana acabó con empujones, revolcones y las gafas de Curbelo volando por los aires. Según todos los indicios, el entonces senador socialista golpeó violentamente con su cara la mano de algunos agentes de la autoridad, provocándoles serias erosiones en los nudillos.

El partido de Pablo Iglesias -el antiguo- se apartó de Casimiro Curbelo como si fuera portador del ébola. El hecho de que viniera de un bar de alterne (¡oh, cielos, pecado, pecado!) acompañado de su hijo y un amigo, tras celebrar no sé qué asunto del pibe, hizo que las almas más puras del socialismo se escandalizaran. Varias mujeres socialistas pusieron gruesos adjetivos a la salida nocturna del senador gomero y el partido acabó por considerarlo un candidato "no idóneo" para sus listas electorales.

En realidad y como siempre, las razones eran otras. Curbelo estaba inmerso en la instrucción "caso Telaraña" del que finalmente resultó absuelto. Esa circunstancia, junto al incidente de Madrid, fue la palanca de algunos socialistas gomeros para instar su jubilación forzosa con el lema "está acabado". Y el mismo partido que estiraba el código ético para defender la inocencia de Griñán y Chávez ante las acusaciones por los ERE en Andalucía reaccionó con extrema intolerancia y presunción de culpabilidad para cargarse a Curbelo.

El resto ya se sabe. Casimiro Curbelo dio un golpe de mano. Aunque había planeado retirarse de la política insular, volvió a presentarse al Cabildo y también al Parlamento de Canarias, bajo las siglas de una Agrupación Socialista Gomera, un partido independiente que barrió al PSOE de la isla y le hizo perder tres diputados claves en el Parlamento de Canarias. Los líderes socialistas de La Gomera que habían planteado y conseguido su retirada forzosa se encontraron con que habían montado una perfecta operación bumerán que se volvió contra ellos mismos.

El incidente de Curbelo con los policías de aquella comisaría está ahora en el Supremo. Será allí donde finalmente se conozca la verdad jurídica del caso. La auténtica no se sabrá, porque al parecer las imágenes de vídeo que tendrían que existir del interior de la comisaría no se encuentran, no están o nunca estuvieron. Pero acabe como acabe, Casimiro Curbelo ya pagó ese típico y nefasto "no sabe usted con quién está hablando". Lo que pasa es que él lo pagó y le pasó después la factura al PSOE. Y se la sigue pasando.