Ya son la friolera de 37 años de acción social a través de la Asociación Internacional de Caridad (AIC), donde el grupo de voluntarios de la Caridad de San Vicente de Paúl (unos 40) muestran una actitud solidaria con los más desfavorecidos a prueba de bomba. Son los ángeles de San Vicente de Paúl.

En la calle Nava y Grimón tienen su centro más conocido, el comedor social, enclave en donde convergen diariamente unas 80 personas, en el mejor de los casos (la semana pasada hubo días en los que se dieron 120 comidas), con necesidades básicas de alimentación.

Al frente de todos ellos se encuentra la delegada regional de la AIC y directora del comedor social Virgen Poderosa, Matilde Guadalupe, la responsable de "los milagros" que diariamente aparecen en el comedor para que los más pobres o los más desfavorecidos siempre tengan algo caliente que llevarse a la boca, según cuentan sus colaboradores. Junto a ella, David Corbella, presidente diocesano de AIC, quien suma esfuerzos continuamente para que "dos manos se conviertan en seis". Para la multiplicación de las manos no dejan de recordar "el apoyo continuo del Ayuntamiento de La Laguna, el Banco de Alimentos y la Fundación CajaCanarias, que permiten junto a otros mantener la caridad".

"Hoy toca potaje de berros y espaguetis (los buenos olores dan fe de la calidad de comida). La comida se empieza a hacer desde primera hora de la mañana y trabajamos en equipos distribuidos durante cada día de la semana. Todo para que a las 12:00 horas se abran las puertas y en base a la acción solidaria los que menos tienen puedan comer", dice Matilde con orgullo.

Ambos detallan lo satisfactorio que es trabajar para los que no tienen, "los integrantes del sector de pobreza heredada (los que siempre se han enfrentado a una situación social difícil) y los de pobreza vergonzante (como se les denomina a las personas que se han quedado sin nada después de haber tenido una vida relativamente acomodada). A todos ellos intentamos ayudar de una manera u otra, a través del comedor social o llevando una bolsa de comida, simplemente acompañando a las personas solas o cubriendo otro tipo de necesidades básicas", señala David.

Hacen especial hincapié en el trabajo que se hace en "la trastienda" con los integrantes de la denominada pobreza vergonzante, un sector de pobreza que en ningún caso se contempla. "Desgraciadamente, lo que no se ve, no existe", explicó Corbella, quien destacó que la pobreza no distingue y que "todos" podemos caer en ella.

¿Y cuál es el perfil del usuario del comedor social? "Pues hablamos de varones, de nacionalidad española y producto de una pobreza heredada. Extranjeros y mujeres vienen al comedor de manera ocasional. Aquí, a quien toque la puerta se le abre", dice con orgullo David.

Los voluntarios de la Caridad de San Vicente de Paúl son unos 40 y colaboradores muchos más. Cuenta Matilde que los voluntarios "son los que adquieren un compromiso con las labores y con las ayudas, ya se servir mesas o cualquier otro trabajo". Sin embargo "reconociendo la labor de los colaboradores que siempre están con nosotros", señala que son pocos los que adquieren el reconocimiento por distintos motivos, principalmente por el compromiso.

"Los que optan a ser voluntarios pasan un periodo más intenso en el que asisten a reuniones y echan una mano en la acción social. Al final, después de un año, en una ceremonia muy bonita se les entrega un crucifijo símbolo de la caridad", dice con orgullo Matilde.

En la antigua calle del Agua de La Laguna existe un oasis, un lugar de descanso donde los ángeles de San Vicente de Paul reconfortan sin pedir nada a los más necesitados del municipio.