El emprendimiento rural o "neorruralismo" es más que una moda. Se ha convertido en la tabla de salvación de muchos pequeños municipios españoles y de los valores naturales que integran para evitar "que la vida rural se agote".

Pero este término, acuñado por una nueva generación de jóvenes emprendedores, obliga a integrar ilusión, distinción, excelencia y "mucho sacrificio" en pro de que la iniciativa tenga longevidad, reconoce en una entrevista con Efe Rubén Valbuena, el "rostro visible" de Quesería Cultivo.

Su proyecto nació en 2014 para revolucionar la cultura del queso en España y acercar al consumidor la imagen "más personalista" de este producto artesanal, "que en definitiva es lo que nos llevamos a casa y nos reconforta cuando lo consumimos".

Y este producto exclusivo sale de Granja Cantagrullas, la quesería artesanal que regenta en la pequeña localidad vallisoletana de Ramiro, pero también de otros productores con los que comparte filosofía de trabajo y respeto por la materia prima.

Valbuena hace gala de su origen rural. "Estamos en un pueblo muy pequeño y eso ha llamado la atención en nuestros consumidores", lo que a su vez "contribuye a la longevidad de estos proyectos y a que los pueblos se mantengan, porque cuando los proyectos se acaban, la vida rural se agota".

Asegura que se ha arrepentido "cada día" de emprender un negocio en el que lleva cinco inviernos y donde todo ha ido "demasiado deprisa", pero en el que ha sabido encontrar el "equilibrio entre el arrepentimiento y la voluntad de continuar". Y por eso recomienda este "modo de vida", volver atrás y establecer un vínculo más estrecho con el medio.