La pluralidad no debe postularse sin necesidad. Eso es lo que dijo realmente Ockham, aunque haya sido traducido, para uso de la modernidad, con la versión de que en igualdad de condiciones la explicación más sencilla suele ser la más probable. Una y otra vez la realidad suele confirmar esa teoría. Nos devanamos los sesos para explicarnos acontecimientos que finalmente demuestran tener una mecanismo de funcionamiento muchísimo más simple.

Esta semana, por ejemplo, Asier Antona ha ganado por amplia mayoría la carrera electoral a la presidencia del PP en Canarias. Era un hecho universalmente conocido que Antona, apoyado por la cúpula del partido en Madrid y con el control del aparato en Canarias, tenía todos los pronunciamientos para una victoria. Y sin embargo, tres candidatos ofrecieron durante unos días la ficción de que podría haber disputa. El sentido común apuntaba a que no la habría. Y casi no la hubo. Antona ganó holgada y sobradamente porque todo estaba dispuesto para que fuera así.

Quedan por cerrar dos interrogantes. Uno es quien va a ostentar, formalmente, el mando en Coalición Canaria. Y otro es quién va a ganar la batalla en el PSOE a nivel nacional y en Canarias. Lo de los nacionalistas es intrascendente, porque la estructura de Coalición es un condominio donde los poderes insulares han encontrado un estatus permanente de entendimiento. Lo del PSOE es una guerra termonuclear. Todos los cogotes están girados hacia Madrid, donde la batalla por la secretaría general se anticipa cruenta. Y conforme acabe ésta y a su sombra, en las Islas se va a producir un choque de liderazgos y alianzas entre familias socialistas e islas.

Pero las verdaderas claves políticas en Canarias las tienen Asier Antona y su partido. Tiene. Que decidir dos cosas importantes. La primera es determinar si apoyan o combaten la propuesta para cargarse el actual reparto de diputados. La segunda es decidir si entran en el Gobierno regional con Clavijo. Y las dos están relacionadas.

La gran esperanza de la izquierda para romper "el régimen" de Coalición Canaria consiste en imponer desde fuera lo que no tienen fuerza para hacer desde dentro. Con el actual sistema electoral, Coalición ocupa un espacio de centralidad que le ha mantenido en el gobierno por décadas. Y la quieren echar. Pero hoy la única manera de expulsar a los nacionalistas del Gobierno es poniendo a cambio al PP, que es como quitarse de encima una piedra y ponerse un yunque. Así que, descartada esa opción, para intentar ganar hay que cambiar el sistema electoral.

Las fuerzas de la izquierda (PSOE, Podemos y Nueva Canarias) cuentan con el apoyo de Ciudadanos para cambiar la distribución de diputados en Canarias en el nuevo Estatuto de Autonomía que se tramita en el Congreso de los Diputados. Es bochornoso que se intente imponer a una autonomía desde fuera algo que no ha sido aprobado por su asamblea legislativa. Pero el Parlamento de Canarias viene a ser como el pito del sereno. No le importa hacer el ridículo con una pomposa comisión especial de estudio para la reforma del sistema electoral en Canarias: una reforma que se anuncia que ya le están haciendo en Madrid sin necesidad de ninguna conclusión sin que se diga una palabra al respecto. Como si a sus señorías se la refanfinflara y no fuera con ellos.

Lo primero que vamos a averiguar es si el PP participa en ese cambio de las reglas del juego. Porque si es así, la posibilidad de acuerdo con Coalición será muy remota. Entre otras cosas porque quitarle poder parlamentario a las Islas menores va a producir una guerra civil en la región.

Es difícil que el PP participe en esa operación. Pero a Asier Antona deshoja una margarita. Le tienta hacer caso a los que le dicen, en su entorno, que se mantenga al margen y que apoye a los nacionalistas desde la oposición hasta el final de esta legislatura. Porque así tendrá la sartén por el mango sin meterse en la cocina. Lo malo es que no podrá convertir el partido en una agencia de colocaciones, como ocurriría si entrase en un pacto de gobierno. Lo bueno es que llegaría a las próximas elecciones sin ningún desgaste.

"Los socialistas van a terminar divididos y debilitados; tendrán que repartir sus votos con Podemos. Y Coalición va a pagar los cuatro años de gobierno perdiendo votos. Será nuestra oportunidad". Eso es lo que le susurran a Antona sus asesores. Es la gran decisión que tendrá que gestionar: permanecer agazapado dos años y luchar por la presidencia o entrar en el Gobierno. En Madrid piensan que las dos cosas son compatibles. A la margarita ya le quedan pocas hojas.