Hay un argumento recurrente de los políticos que es capaz de retocar los chirimbolos de cualquiera. Se trata de esa famosa frase de que hay que hacer algo o no hacerlo "porque se trata del interés de los ciudadanos". Inexorablemente, el verdadero interés de los ciudadanos no suele tener nada que ver en el asunto. El que habla como eterno portavoz de los ciudadanos es un pelanas insoportable.

Los habitantes de Tenerife vienen soportando una situación de atasco insufrible en sus carreteras. Lo saben de sobra los miles de personas que pierden horas de su vida en las colas de las llamadas "autopistas" del Norte y del Sur (autopistas que en la Península serían simples autovías). No se trata aquí de buscar culpables (que son muchos) ni de llorar por la leche derramada de años y años en los que se ha visto llegar el problema sin que nadie anticipara una solución. Tenemos un problema grave y hay que resolverlo. Y parece claro -más allá de toda duda razonable- que "el interés de los ciudadanos" es que se arregle de una puñetera vez y que ya que nos tienen asados a impuestos de todo tipo al menos se vean resultados en la calidad de nuestros sistemas viarios.

Pero es un hecho que, entre que se tomen las soluciones, se inicien las obras y se terminen, van a pasar muchos años. Muchos. Es decir, horas y horas perdidas en las carreteras y la incapacidad de comunicarnos de una forma fácil y fluida en una Isla que carece de transportes guiados eficientes y rápidos. Una Isla que no tiene trenes y que carga a los combustibles de nuestros vehículos particulares una fiscalidad equivalente al cien por cien del precio de las gasolinas o gasóleos.

Cabría pensar que nuestras administraciones se deben poner un cohete en el trasero para resolver el problema. Pero no ha sido así. Obras Públicas del Gobierno de Canarias no hizo más que dar manoletinas para dilatar el proceso porque carecía de recursos económicos propios y no quería autorizar que lo hicieran otros. Y aún hoy el PSOE en el Parlamento mantiene el increíble discurso de que el interés general de los ciudadanos es que las obras en carreteras de interés general corresponden al Gobierno regional y que las Islas no pueden decidir por su cuenta.

Y miren ustedes, yo creo que con tal de que se solucione el problema a la gente le daría exactamente igual que lo hiciera la ONU. O un consorcio chino. O el Ministerio de Marina de Kazajistán. Y si resulta que el Cabildo de Tenerife da un paso al frente y está dispuesto a financiar las obras, adelantando el dinero o poniéndolo de su bolsillo, estamos ante una solución. Y si el problema son las leyes, pues que cambien las puñeteras leyes. Porque si las leyes lo que dicen es que tenemos que estar décadas atascados en las carreteras, pueden hacer un rollo con ellas y metérselas por la retaguardia.