Después de los Carnavales llega la Semana Santa, momento para reflexionar y comenzar una nueva vida. Es una vieja costumbre de nuestros antepasados que debemos conservar. Algunos dicen que es la fiesta de los curas, pero no es así, pues todo cristiano tiene derecho a gozar de su Semana Santa, una vez concluidas las "carnavalengas".

Si el cristiano celebra la Navidad en familia, de igual manera debe ser la Semana Mayor, en la cual todo aquel creyente acude a los actos religiosos y procesiones, como no podía ser de otra manera.

En Los Realejos, la Semana Santa atesora gran esplendor y no hay motivos para dejar en el alero esta tradición tan centenaria. Sin lugar a dudas, este municipio desde hace siglos viene celebrando con toda solemnidad su Semana Mayor en todas su iglesias y ermitas, con bastante concurrencia de público, en las cuales podemos encontrar bellísimas imágenes que han hecho que la Semana Santa en Los Realejos guarde todo su esplendor. Asimismo, no tiene nada que envidiar ni a La Laguna ni a La Orotava.

Una pena el incendio de la parroquia matriz de la Concepción del Realejo de Abajo, pues se perdieron bellas imágenes que en estos días de la Semana Santa llamaban poderosamente la atención de todos aquellos que llegaban a esta villa.

El programa aún lo desconocemos, pero nos suponemos que poco variará con respecto a otros años.

Lo que sí estamos seguros es que la Semana Santa en Los Realejos brilla por su esplendor. Sus monumentos son muy visitados y llaman la atención de los fieles. Entre ellos destacamos, entre otros, los de la parroquia de Santiago, los de la parroquia de la Cruz Santa, los de la Concepción y el Carmen.

Se nota, como no podía ser de otra manera, que las hermandades y cofradías han dado un gran impulso a estas fechas de la Semana Mayor en Los Realejos. También notamos que los jóvenes acuden a celebrar los actos religiosos, especialmente el Jueves Santo y el Viernes Santo, y de especial manera el Domingo de Gloria o de Resurrección.

Todo ello nos lleva a seguir la senda de nuestros antepasados, pero siempre asimilando los consejos de nuestros mayores, y celebrar la pasión y muerte de Nuestro Señor Jesucristo, que nació en Belén y dio su vida por salvar al mundo.

Tradiciones estas que nunca se deben perder en todo aquel que se considere cristiano.