¿Estranguló Franco la lengua vasca? Mis dos abuelos nacieron en aldeas vizcaínas vascófonas en el s. XIX; de jóvenes fueron a Bilbao y se hicieron industriales. Como ha sido norma histórica, la procedencia y lenguas rurales no abrían puertas, eran cargas que los padres hacían por no ensalzar. A mi abuelo paterno, al que conocí, jamás le oí una sola palabra en euskera, que por fuerza había de saberlo. Era un bilbaíno satisfecho; en Bilbao, que se fundó en 1300, jamás se ha hablado vascuence (ni se habla hoy).

Como en la Alemania de Lutero, el euskera no dejaba de fragmentarse en más dialectos y subdialectos. En el mapa del príncipe Luis Bonaparte figura una docena. A esa situación se puso freno y corrección con el euskera batua o vasco unificado o literario. Se creó sobre el canon literario religioso (básicamente vascofrancés y hugonote). Todo ello se produjo en las décadas 50 y 60 del siglo pasado; luego, se gestó y concluyó bajo el franquismo. Ocurrió que la Academia de la Lengua Vasca (Euskaltzaindia) operaba con Franco, y al parecer no del todo mal. Entonces nació el euskera oficial (después: de ETB, enseñanza...). En Bilbao se podían comprar las revistas en euskera Zeruko Argia, Anaitasuna... Incluso los grandes lingüistas, ya del batua, lo aprendieron sin problemas, como una exigua minoría. Eran unos raros -alguno conocí- que a nadie importaban. El Athletic Club sepultaba al euskera.

A finales de los 60 acudía a misa de 11 en euskera los domingos en la iglesia de San Antón de Bilbao, misas algo aguerridas. En los pueblos de la costa y en zonas rurales se hablaba el vasco normalmente. La socialista Idoia Mendía siempre reseña en su biografía que estudió en la ikastola Lauro. Esa ikastola se fundó bajo el franquismo en un piso de la Gran Vía bilbaína. Franco no cerró una sola ikastola porque no existían, el movimiento de las ikastolas también nació bajo el franquismo. La nueva canción vasca (Ez Dok Amairu) es de los 60. Cuando surgió solo interesó a una extrema minoría de politizados.

Al euskera le ocurrió lo mismo que a todas las lenguas orales de sociedades agrarias en fase de atomización, que eran subestimadas por sus hablantes e ineficaces para sociedades urbanas. La historia demuestra el desinterés continuado de los vascos por el idioma, hasta el otro día.

A Franco, que veraneaba en San Sebastián, parece más que obvio, le traía sin cuidado el euskera. Como a mi abuelo después de todo.