En nuestro último escrito sobre "La profesionalidad turística: el caso Canarias" tocábamos un tema muy controversial y polémico en el mundo.

Es indudable e indiscutible que en Canarias, en general, se ha hecho mal -y se hace- en no poner como asignatura obligatoria desde la enseñanza primaria el estudio de los idiomas, fundamentalmente el inglés. No vamos a descubrir aquí el valor de ese idioma en el ámbito mundial de la industria, el comercio, la ciencia, la política, etc.

El caso de Canarias es que en las Islas se vive del turismo del norte, y el turismo del norte habla o entiende inglés, antes que el español. Por esa simple razón, fundamental sin discusión alguna, debió de haberse tomado la decisión, hace muchos años, de imponer de forma obligatoria el estudio de este idioma desde la educación primaria, sin más discusiones ni polémicas. Resulta ridículo que a estas alturas todavía se puedan escribir estas líneas sobre este tema.

Este sencillo ejemplo tiene que servir de alerta a todos los países que se están proyectando en el sur, como destinos turísticos emergentes. Hay que enseñar inglés a los niños desde su más tierna infancia. No creo que haya que dar más explicaciones, cuando la fuerza del viajero turístico viene precisamente del norte.

El caso del mercado chino es un caso muy concreto en cuanto a este tema, pues los chinos poseen una cultura muy cualificada, y cuando viajan fuera de sus fronteras están pertrechados de todos los atributos pertinentes para entender los idiomas de otros países, esencialmente el inglés, que ellos conocen que es el idioma universal más extendido en el mundo del turismo.

Este razonamiento nos parece tan obvio que insistir en él resulta casi un esperpento sin ninguna razón que le acompañe. Unas islas -las canarias, con apenas dos millones de habitantes- que reciben al año más de catorce millones de turistas del norte de Europa, y que el pasado año recibieron más de 15.000 millones de euros por este concepto, tienen que prestar una atención de primer orden a facilitar todo lo que sea posible para atender debidamente este mercado, que sin lugar a ninguna duda es el que ha marcado y marca su progreso.

En este orden de cosas, el trato singular persona a persona juega ya un aspecto que por fuerza mayor tendría que tener también una atención primordial, reforzada en el trato amable y humilde que el canario lleva desde su propia idiosincrasia -quizá como un reflejo de su colonización-, pero que en todos los países del sur, especialmente los hispanoamericanos, tiene su continuación, lo cual es considerado un orgullo de sus habitantes para bien de la humanidad.

Ser amable y considerado es una necesidad de la sociedad mundial, muy bien estudiada en la temática de la cultura de paz que se enseña en la Universidad para la Paz, de las Naciones Unidas, UPAZ, la cual comienza a extenderse tímidamente por el mundo, desgraciadamente con estados, instituciones y personajes que no predican con el ejemplo, como existen pruebas irrefutables que lo demuestran.

La rentabilidad social y económica de que los personajes que atiendan directamente a los turistas estén dotados de estas dos cualidades es totalmente innegable. No tiene discusión.

Son cientos los ejemplos que podemos poner sobre los beneficios aportados por el trato personalizado y la amabilidad de un personal eficientemente preparado con ese atributo humano de saber ser compresivo y amable con sus semejantes.

Estas reflexiones nos traen al recuerdo aquel restaurante, frente mismo al complejo Plaza el Bosque, en Santiago de Chile, donde después de degustar un muy selecto menú, nos fue presentado un postre en un plato decorado con un artístico dibujo de aves hecho con perfectas filigranas de cremas comestibles, que, para sorpresa nuestra, los doce comensales de esa recordada cena tenían un dibujo distinto en su plazo. Naturalmente pedimos conocer a tan ilustre artista, donde se nos presentó un cocinero -con su gorro profesional y su inmaculado traje blanco- y con toda amabilidad nos explicó que era un autodidacta en este arte, y que lo hacía con el fin agradar al público sin más aspiración.

Otro caso curioso lo vimos en el Hotel Meliá Varadero, Cuba, donde un mesonero se prodigaba preparándoles a unas señoras unas preciosas flores que realizaba con servilletas de papel. La calidad artística de lo que conseguía con una simple servilleta era de lo más fino. Un personaje de excepción que nos habló muy bien de su oficio en aquel inolvidable lugar, y de lo bien que lo pasaba con la admiración de sus clientes, aquella memorable noche un grupo muy grande de catalanes procedentes de Gerona que realizaban una de las primeras excursiones organizadas a Cuba en esos primeros años de este siglo XXI.

Hechos y realidades que deben de tener muy en cuenta quienes están involucrados en desarrollar el turismo en estos nuevos destinos americanos... ¿Y por qué no?: también en los "destinos maduros". Hace mucha falta.

*Del grupo de expertos de la Organización Mundial del Turismo (OMT) de las Naciones Unidas