Tenerife fue su primera escala profesional en España. "Pase lo que pase, aquí empezó todo", rescata un artista que en la actualidad controla el apetito musical de millones de personas en todo el mundo con "Despacito". Luis Fonsi dejó al público con ganas, pero volverá en julio para mostrar "el tour más espectacular de todos los que he afrontado hasta ahora... Canarias no podía quedarse fuera de él por cuestiones emocionales", afirma.

¿Qué queda de aquel muchacho que se presentó por primera vez en Tenerife hace 19 años?

Queda todo, soy el mismo. Eso nunca se va. Existen denominadores comunes ligados al respeto que le tengo a este oficio que permanecen intactos en mí. Siempre tuve claro que quería dedicarme a esto y mi niñez fue una preparación para llegar hasta aquí.

¿Soñó con algo parecido?

Todo lo que envuelve esta profesión es mucho más complejo que prender una luz, es decir, que no es que un día te levantes de la cama y dices: ¡Quiero cantar! En realidad, como dice la canción, esto fue poquito a poquito (ríe)... Estudié música y me enfrenté a mi primer disco con una buena preparación. Lógicamente, lo de ser un personaje público no lo tenía nada controlado, pero eso se gana con el paso de los años...

"Despacito" y con buena letra, ¿no?

Mi primer disco lo grabé con 18 años. Entonces yo no imaginaba lo que iba a pasar en el futuro. Hoy, en cambio, tengo dos hijos, diecinueve años de carrera, he conocido un montón de países, nueve álbumes y uno se va conociendo mejor. Ya he cometido mis errores y sé dónde no me puedo meter. Conozco lo que funciona y lo que no funciona; también las calles en las que no me puedo meter porque no tienen salida.

¿Hasta qué punto esa tranquilidad emocional condiciona sus proyectos?

Es un cambio de registro total. Tengo varios motivos para hacer las cosas de otra manera. Ya no todo gira alrededor de mí, sino que trabajo para ellos. Soy menos egoísta que hace 19 años, pero la música me sigue ilusionando.

Hoy no es fácil encontrar una carrera de dos décadas, ¿no tiene la sensación de que buscar el éxito inmediato está "matando" al oficio?

Puede ser... En los últimos diez años todo parece ir más rápido. Y no es una apreciación solo desde el punto de vista de un artista, sino de un consumidor de productos instantáneos. Ser constante es el único ingrediente que le queda a la industria de la música. Esa es la mayor virtud que puede ofrecer hoy un artista honesto.

¿Y saber renovar el mensaje?

Nunca he afrontado los cambios con miedo. Eso no quiere decir que no te puedas equivocar al tomar una decisión, pero hay que saber correr riesgos... "Despacito" no es un cambio dramático en mi vida; hace 20 años lo habría cantado igual.

¿Tiene miedo a reinventarse?

Sí y no... Estoy tratando de buscar la palabra correcta porque no es exactamente miedo (silencio). El miedo es una palabra demasiado negativa, pero sí que hay algo que está cerca. Siempre hay una especia de salto al vacío...

¿Un salto al vacío con paracaídas?

El paracaídas está porque siempre supe que "Despacito" iba a funcionar. Tampoco vayan a pensar que inventé la rueda; esto solo es una fusión del pop y lo tropical. Muchos artistas latinos lo hicieron antes, pero me apetecía mostrar a la gente algo de mí que aún no se había visto. Yo no tengo la voz de un salsero, pero es el género que más escucho y disfruto.

¿A usted le cuesta desprenderse de un tema que ha sido importante en la vida de muchas personas?

Más allá del número de copias vendidas o las semanas que se colocaron al frente de una lista de éxitos, hay canciones a las que le tengo un cariño especial. Eso no significa que tenga que renunciar a otras. Gracias a dios no tengo un tema que haya dejado de lado porque me cansé de cantarlo. Esas historias forman parte de mí, pero también de las personas que las han asumido. El amor, dolor o soledad que sentí en el instante en el que creé esa letra no se olvida con el paso de los años.