Hacer malabares, volteretas, dibujar figuras en el aire con una tela e, incluso, subirse a un trapecio son algunas de las habilidades que aprendió ayer un grupo de jóvenes con discapacidad en el Teatro Circo Price de Madrid, donde se convirtieron en estrellas circenses por un día.

Todo gracias a los profesionales de la escuela de circo Carampa, Premio Nacional de Circo 2011, que en sus actividades incluye la formación de niños y chicos con discapacidad física e intelectual de 7 a 21 años de edad. "En el circo se sienten protagonistas", cuenta la coordinadora del programa "Circo diverso".

La escuela lleva años formando a personas con discapacidad a través de centros que trabajan con este colectivo. En 2016 los talleres se hicieron regulares tras firmar un convenio con la Comunidad de Madrid.