¿Qué es una raya más para un tigre? (Adagio popular)

Ahora, atosigados como estamos por la violencia en casi todos los espacios de nuestra vida, cobran un inusitado interés unas ciertas reflexiones que la triste experiencia nos ha enseñado a evaluar, cuando parece que comenzamos a ver resurgir en sus cenizas los olvidados conceptos de la paz y la convivencia social.

Resulta entonces interesante alertar a la sociedad sobre la necesidad de protegerse de aquellas personas que nos engañan diariamente con sus halagos y lisonjas (y algunas otras cosas mas), únicamente con el fin de lograr sus inconfesables propósitos, que pueden ir desde aprovecharse de nuestro "status" de vida para medrar a nuestro lado, y cubrir así sus carencias, hasta intentar quedarse con el capital social y económico que hayamos podido conseguir con nuestro honesto, honrado y sufrido trabajo de día y de noche, todos los días del año. La casa, el coche, la finca, el solar, la empresa... Todo es apetecible para estas personas parásitos de la sociedad, cuyo campo de acción está, sin que nadie lo pueda poner en duda, creando esa violencia que vemos en los medios de información, desgraciadamente, todos los días.

Porque ¿qué otras cosas pueden engendrar estas actitudes? La desilusión y el agobio incesante que nacen al conocer la traición, la infidelidad, el abuso de confianza, la mentira y el desprecio a los bienes ajenos conducen directamente al odio y a la venganza, por lo que se hace absolutamente necesaria la formación que se pueda impartir para conseguir que la sociedad comprenda este mal como algo que hay que soportar con el mayor conocimiento y sin perder los nervios.

Cuando en esta larga y activa vida nuestra impunemente hemos sido robados, maltratados y vejados por Pedro, José, Juan y un largo etcétera, no nos queda más remedio que vivir continuamente en un estado de alerta, desconfiando hasta de nuestra propia sombra.

El mundo se ha convertido en un mosaico de corrupción donde hasta un querido amigo nuestro nos hace reflexionar sobre la posibilidad de que el movimiento del turismo no se vaya a acabar solamente. ¿Es que no se está acabando todo? ¿No estaremos acabando entre todos con el mundo? Una pregunta aguda ante el destrozo que hacemos con todo lo que Dios nos dio, como bienes terrenales, incluidos nuestro medio ambiente, la naturaleza y la moral. Todo sufriendo un deterioro que llena de angustia y temor a quienes cultivamos una cultura de paz arraigada en nuestro ser gracias a unos generosos principios que nuestros queridos ascendientes nos han trasmitido y que, por desgracia, van desapareciendo de la faz de la tierra, acosados por aquellos que practican la corrupción y que eliminan todo lo que pueda significar ir en contra de unos principios del mal, nacidos en sus propias familias, que son los que han generado el estado actual de la sociedad en que vivimos. Tenemos experiencias suficientes, en todos los sectores de la vida humana, para avalar cuanto expresamos en estas líneas, tanto en la política, la empresa, la comunidad, la familia y, por desgracia, hasta en la justicia.

El mundo que vivimos los que hoy pasamos a la edad de la cuarta generación ya se ha acabado. Ya casi nos parece idílico aquello de "honrar padre y madre" o respetar el derecho de los demás. El concepto que teníamos de la honestidad, la honradez, la moral y la justicia está por los suelos. Es lo que hay, nos guste o no nos guste. Con ello tenemos que convivir mientras nos queden fuerzas para ello y podamos soportarlo. Hemos visto resquebrajarse y caer empresas y familias enteras por falta de principios morales, ética, honradez y fidelidad -¡ay la fidelidad!-. ¡Hasta naciones enteras de raigambre histórica han caído por estas terribles causas!

El mundo rotario habla de "dar de sí antes de pensar en sí". No hemos tenido nunca ninguna duda de que esta sería la solución ideal de todos los problemas de la sociedad si efectivamente se cumpliera con la capacidad necesaria para aplicarla en todas las normas de conducta en una comunidad que se encuentra enclaustrada en el primero yo, segundo yo y tercero yo.

Lamentablemente vemos cómo los problemas que producen estas malas personas causantes de todas estas tragedias se debaten en los juzgados, con sangre o sin ella, y muchas de las veces llevándose vidas por delante, unas veces descaradamente y otras, quizás las más de las veces, encubiertas sus acciones por los malos tratos psíquicos. ¿Cuántas veces no hemos oído eso de "lo mató a disgustos?".

"No importa lo que se piensa, lo que importa es lo que se hace". Frase para reflexionar. Para hacer inventario. Sin duda reflejará "una realidad como una casa". De más estarán las palabras y los "inventos" de las mentes deformadas. El sol no se puede tapar con un dedo. Y el que ha robado será siempre un ladrón por mucho perdón que consiga y muchas atenuantes que tenga. El que mató será un criminal, le guste o no le guste... "Lo que importa es lo que se hace"... La cara de "yo no fui" que presentan muchas personas no esconde para nada su maldad bajo el sol...

Se impone la cultura de paz. Parece realmente insólito que a estas alturas de la vida la sociedad no tenga un programa de estudios donde al niño se le enseñe desde la cuna que no debe de maltratar, avasallar o vejar a sus semejantes. ¿En qué mundo hemos vivido? ¿En qué mundo estamos viviendo? ¿Seguiremos viendo a todas horas en nuestros televisores películas de guerras, asesinatos y pornografía barata? ¿Es esto "desarrollo sostenible"?... Preguntas y más preguntas que llenarían decenas de páginas de periódicos y revistas y que nos quitan muchas veces la ilusión por la cual vivimos de poner nuestro granito de arena para construir un mundo mejor... Puede que la respuesta sea esa otra pregunta del dicho popular: ¿qué es una raya más para un tigre? Seguiremos luchando por la cultura de paz...

"A nadie puede herir lo que aquí digo / porque ceñido a la verdad estoy. / Me dieron a beber hiel y veneno, / hiel y veneno en recompensa doy". Ramón Ortega (1885-1932).

*Del grupo de expertos de la Organización Mundial del Turismo (OMT)