Quizá este invierno intruso, invasor descarado que ha puesto cara de otoño a la incipiente primavera, sea el culpable de la añoranza, la melancolía o la nostalgia que a más de uno nos invade y nos envuelve en recuerdos de aquel tiempo pasado que -al menos de vez en cuando- nos parece mejor. Tiempos de amores platónicos, de sentimientos puros, de azares crueles que nos movían y nos hacían vivir. De escondites y guitarras, de bufanda y katiuska, de charcos, de inocencia, de ideales, de franquezas. Tiempos de bicicleta, de amores de verano, de sentimientos para toda la vida, de corazones en troncos de árbol. Tiempos de plumas. De cartas. A veces llegan. Ahora ya no. Ahora nunca. Nunca llegan.

Esta semana ha muerto la escritora de una de las cartas más hermosas que he leído en mucho tiempo. Necesitamos más cartas y que, como entonces, se escriban a mano. El pulso del cariño. El encanto de la caligrafía. Necesitamos la duración como antídoto contra lo instantáneo. Lo sólido frente a lo líquido.

La carta la escribió Amy Krause, que nos dejó por un cáncer a los cincuenta y un años. La publicó en el New York Times y en su misiva pedía una esposa para su marido, el hombre que se iba a quedar viudo. Lo hacía con un encanto y una sensibilidad exquisita. Ella es una importante autora de libros para niños en Estados Unidos. Decía que su plan, después de pasar veintiséis años con Jason, así se llama él, era pasar al menos otros tantos, pero que no iba a poder ser por un dolor de hace dos años que parecía una apendicitis y que no fue una apendicitis. Decía que supo en los postres, tras una primera cena a ciegas, que se iba a casar con él. Añadió que Jason tardó un año más en saberlo. Veintiséis años juntos y felices. Tres hijos. Y ahora ella, que no puede estar en el futuro, se decidió a escribir esas líneas que dieron la vuelta al mundo para poner en valor a su marido.

Su amor por él es tan inmenso que quiere que se enamore otra vez, que no deje de ser feliz. Amy Krause expone las virtudes de su pareja: "A Jason le encanta escuchar música en vivo. Es lo que más nos gusta hacer juntos. También debo añadir que nuestra hija de 19 años, París, prefiere ir a un concierto con él que con nadie". "Cocina, tiene gusto para los calcetines, está en buena forma, se cuida y queda claro que sabe cuidar a los que quiere".

No la ciega el arrebato del adiós. Amy lo que hace es asumir que no habrá más planes con ella. Y quiere y ruega y escribe que por favor la vida, con todos sus regalos, no cese para su amado y sus hijos.

"Termino de escribir esto en el Día de San Valentín, y el regalo más genuino que puedo esperar darle es que la persona apropiada lea esto, busque a Jason y empiece otra historia de amor. Así que dejaré este espacio en blanco a propósito, para que tú y él podáis tener el nuevo comienzo que merecen".

Un ejemplo de corazón gigante frente a la absurda convulsión de nuestros tiempos.

Feliz domingo.

adebernar@yahoo.es