Óscar Rey Luque es enfermero del Servicio Canario de la Salud (SCS), miembro de la junta de gobierno del Colegio de Enfermeros y vocal de la recién conformada Asociación Canaria de Enfermeros en Vacunología (ACEVAC). El pasado viernes moderó varias mesas de debate en la I Jornada de la ACEVAC, una jornada dirigida mayoritariamente a enfermeros -aunque también a médicos- que puso en conocimiento de los asistentes las innovaciones en vacunas, las problemáticas actuales de las vacunas, los nuevos calendarios vacunales y también dieron pautas sobre cómo hacer comprender a padres y niños la necesidad de vacuna. Todo esto con el objetivo de visibilizar el papel de la enfermería en el acto vacunal.

¿Por qué reivindican ustedes el papel de los enfermeros en la vacuna?

A veces se dice que el enfermero es el que pone el pinchazo, pero este profesional es también el que valora el calendario vacunal del niño o el adulto y estipula qué vacuna le hace falta. El trabajo del enfermero contempla una serie de cuidados que van más allá de la vacunación y que siguen tras ella.

¿Cuáles son las problemáticas de las vacunas actualmente?

Recientemente, se ha reabastecido a las farmacias con la meningitis B, también vivimos escasez en los centros de salud de la triple vírica de difteria, tétanos y tos ferina (DTPa) y ha habido un caso de sarampión. En primer lugar, la vacuna de la meningitis B no está recomendada en todas las comunidades autónomas, concretamente en Canarias no lo está porque no es una meningitis que se dé en el Archipiélago. El desabastecimiento de farmacias de la vacuna de la meningitis B ha sido uno de los casos más llamativos porque, desde nuestro punto de vista, se ha producido debido a una exageración de que todo el mundo se tiene que vacunar de todo. En el caso del sarampión, este ha sido importado y no hay que preocuparse. Por último, hay otra problemática, y es que exista DTPa en las farmacias y que no esté disponible para los niños en la sanidad pública. Creo que eso produce desigualdades en la sociedad. Que en un niño pagando tenga acceso a la vacuna y un niño que no pueda pagarse la vacuna no lo tenga debería hacernos reflexionar sobre el negocio de las vacunas, entre otras cosas.

Desde el Colegio de Farmacéuticos se incide en que tiene un cupo muy pequeño de estas vacunas y que están orientadas a que la población sin seguro de ningún tipo -ni público ni privado- pueda adquirirlas...

Cuando se va a la farmacia a comprar una vacuna, te aseguro que no te preguntan si eres de la seguridad social o de la mutua, ellos te la van a vender y punto. Lo que pasa es que, mientras, se están creando listas de espera en las vacunas. Yo entiendo que se haga un negocio con ellas, pero las autoridades y los laboratorios no pueden hacer esto a la población. Deben llegar a acuerdos lo antes posible.

¿Ha afectado el Real Decreto que regula la prescripción enfermera a la vacunación?

Sí, ha habido un antes y un después del Decreto de Prescripción que obliga a que los médicos pauten o prescriban la vacuna. Lo que pasa es que es totalmente distante de la realidad del trabajo del día a día. En pediatría, hay menos problemas, porque existen unos protocolos más establecidos, y el pediatra y el enfermero acuden juntos a vacunar al niño. Sin embargo, en los adultos, existen campañas como la meningitis, el tétanos o la gripe que, tristemente, si nos acogemos al Decreto, el enfermero ya no puede hacer lo que hasta ahora realizaba de manera autónoma. Ahora este Decreto obliga a que un médico prescriba en la historia del paciente que se le tiene que administrar la vacuna. Es decir, que a los enfermeros que tenemos formación en farmacología casi como un farmacéutico o que un médico se nos está obligando a que otro profesional nos diga lo que tenemos que poner. Ahora bien, realmente eso es lo que dice la ley, pero en el día a día enfermeros y médicos forman equipos y la confianza es mutua. Los enfermeros siguen haciéndolo hasta ahora y los médicos respaldan cuando prescriben una vacuna. Gracias a que los enfermeros hemos sido responsables y consecuentes en este sentido, no se ha venido el sistema de salud abajo.

En las jornadas se trataron temas como la necesidad de comunicarse con padres para hacerles comprender la necesidad de la vacuna, ¿cómo se convence a unos padres totalmente reacios a vacunar?

Es un trabajo complejo. Cuando unos padres deciden que no quieren vacunar a un niño, lo primero que hace el personal de enfermería es hacer una exploración de por qué no quieren vacunar al niño, porque pueden tener conceptos equivocados o les pueden haber llegado noticias erróneas. A lo largo de la primera infancia de los niños, todo el Consejo Vacunal está presente en las consultas a las que acuden estos padres. Incluso los vuelven a citar para ver qué posibilidades hay de que accedan a vacunar al niño. Es un trabajo arduo pero que merece la pena. Por suerte o por desgracia, los grupos antivacunas existen y están haciendo mella en la sociedad.