El director del colegio salesiano San Isidro, Emilio Torres, cree que una nueva escuela es posible y necesaria, y durante una semana ha revolucionado el centro para poner a prueba un modelo educativo sin asignaturas, sin horarios por materias, sin timbres y sin aulas cerradas. Todo el colegio, desde infantil hasta secundaria, se puso a trabajar en aulas, pasillos y patios, con los docentes como acompañantes de un proceso de aprendizaje abierto y multidisciplinar.

El claustro diseñó distintos proyectos, por niveles, en los que se trabajaban, de manera transversal, varias asignaturas. Con El Renacimiento o El Principito como punto de partida, los alumnos han dedicado una semana a romper la escuela estática, a trabajar de una forma más manipulativa, a "hacer con el saber, a aplicar lo que saben", sin horarios ni materias definidas.

Con el cuento de El Principito han trabajado plástica y geometría al elaborar carteles que se expondrán en el colegio; lengua e inglés al recopilar y analizar información; francés y tecnología al grabar en el idioma de Saint-Exupéry un anuncio publicitario, y otras muchas asignaturas en retos vinculados con este cuento.

Otros aprendían historia y plástica al construir un castillo medieval, inspirado en el videojuego Clash Royale, y cumplían el objetivo del currículo de "elaborar máquinas simples" construyendo catapultas.

En Secundaria, cada grupo de trabajo se convirtió en una minirredacción. Había un editor, un analista, un maquetista y un reportero. Con ayuda de tabletas, elaboraron una encuesta en otro curso que sirvió como base para un artículo, una noticia web y una vídeo-historia.

Torres hace una valoración inicial muy positiva de esta experiencia, que se evaluará de forma concienzuda con todo el claustro: "Esto exige un gran compromiso y trabajo por parte del profesorado, pero tanto ellos como los alumnos han comprobado que así se aprende mucho más y mejor".

"Estamos ante una nueva escuela y eso, a veces, encuentra resistencias en familias que creen que la educación debe ser la misma que ellos recibieron. Pero el mundo ha cambiado y el colegio debe adaptarse a una nueva realidad", sentencia.

Este colegio ha vivido una semana de revolución educativa a la finlandesa, pero habitualmente ya trabaja de una forma alejada de la educación tradicional.

El uso de las nuevas tecnologías es una de las banderas de este colegio concertado de La Orotava. Los alumnos tienen tabletas Ipad -controladas de forma remota por el centro y los docentes- en las que disponen de multitud de herramientas educativas, como el aula virtual de Google Classroom, que permite llevar una evaluación continua, individualizada y grupal, así como repartir trabajos, indicaciones y bonificaciones, como en un videojuego.

Para motivar a los alumnos individualmente y en grupo, reciben puntos por el trabajo bien hecho que, al final de la semana, se pueden canjear por minutos extras de patio o de juego libre.

En el aula virtual también hay foros de alumnos, profesores y familias para resolver dudas.

El centro se organiza de forma cooperativa. Los grupos de trabajo están formados por cuatro alumnos con funciones que rotan: facilitador, supervisor, coordinador y mediador.