Regresar a Tenerife, su casa, provoca en la soprano Raquel Lojendio un sentimiento de sincera emoción, cosa de la querencia. "Siempre me pregunto por qué tardo en volver", ansiosa de participar en proyectos generados desde la Isla que la vio crecer.

Afincada en Madrid, pero con la mirada y la voz puestas en un panorama vocal que se va abriendo, bajo la mano del director Víctor Pablo Pérez al frente de la Orquesta Sinfónica de Tenerife figura como integrante del elenco de voces que anoche interpretó en el Auditorio de Tenerife el "Davidde penitente" de Mozart, junto a la soprano María Espada y el tenor Juan Antonio Sanabria, acompañada por el coro Ensemble Vocal Contemporáneo, como parte de un programa que incluyó piezas sinfónicas del propio Mozart y Ramón de Garay.

Esta noche, desde las 20:00 y en la Catedral de La Laguna, se representa solo la cantata, un rol que Lojendio considera "complejo por la coloratura que precisa". Y es que a su tesitura, esta obra de un Mozart masónico le exige una "tonalidad grave", lo que supone modular "registros diferentes", dice.

La soprano destaca la enorme calidad del Ensamble Vocal Contemporáneo de Tenerife, coral que bajo la dirección de Antonio Abreu Lechado alcanza un "nivel espectacular". Y lamenta la situación de desamparo que sufre este grupo "amateur, sin local de ensayo ni ayudas; si estuviera en la Península, se lo rifarían", afirma.

Esta intérprete encuentra "divertidísimo montar cosas nuevas, que además atraen a públicos jóvenes", como las nueve novenas sinfonías que dirigirá en un solo día Víctor Pablo, el 21 de junio, en el Auditorio Nacional y repasa un calendario que en abril le señala la Novena de Beethoven y la Misa de Schubert; el "Davidde Penitente", de nuevo en junio, con Sandrine Piau; "Macbeth", en el Real, junto a Plácido Domingo y "Fausto", en Tenerife, por noviembre.