No es lo mismo ser que estar. No es lo mismo estar que quedarse, ¡qué va! Tampoco quedarse es igual que parar. Será que ni somos ni estamos. Ni nos pensamos quedar. Pero es distinto conformarse o pelear. No es lo mismo es distinto. Y tan distinto. Vete a saber si Alejandro Sanz no estaba padeciendo este lío de okupas cuando se inspiró para la canción.

Leí el otro día en un periódico que una mujer, antes de irse a pasar una larga temporada con su hija, había tapiado su casa dejando los muebles y resto de los enseres dentro. Y todo para que no se la "okupasen" otra vez. Ustedes ignoran -como yo lo ignoraba hasta que te da por investigar un poco sobre este negocio que se ha edificado en torno a lo que no deja de ser un delito consentido por algunos- la gravedad de este asunto.

La propiedad privada ha dejado de ser privada y pasa a estar a disposición de todo aquel que se considere un oprimido por el sistema, que es tan perverso que todo lo permite. Igual que les ocurre a otras personas que se sienten desgraciadas y parece que por ello ya tuvieran derecho a todo, desde hablar mal, a faltar al respeto, saltarse las normas, agredir y lo que se les ponga por delante.

Dónde hemos llegado. Y dónde están los que toleran, desde gobiernos municipales, esta subversión de todos los valores. Como sigamos así va a resultar que la gente honesta y trabajadora va a ser en poco tiempo una especie en extinción. Mejor ser un vago, el Estado te protegerá. Mejor no estudiar ni esforzarse, el Estado te dará vivienda y una paga a fin de mes.

Y como el derecho a la vivienda digna está contemplado en nuestra Constitución, si no te da vivienda, pues tú te la tomas. No va a pasar nada. Hasta puedes trascender a los anales de la historia como una víctima de la crueldad de los tiempos modernos.

En torno a la okupación se ha erigido una mafia. Otra más. La que saca provecho de los delitos consentidos y promovidos por una parte de la política que a mí, y lo escribo desde mi libertad una y otra vez, desde mi posición de izquierdas, entendiendo por tal la búsqueda del bien común, de la mejora en todos los aspectos de todos y cada uno de los ciudadanos, me resulta detestable. Son los que creyéndose salvapatrias quieren convertir España en un territorio inhabitable. Ojo, que he dicho patrias, esa es otra.

A la patria le han robado el significado. En esta España febril hasta nos produce sonrojo declararnos patriotas. Como si la patria no fuese un poco de todos, como si no la llevásemos en las entrañas desde que nacemos. Sentirse patriota es, en cierta medida, participar de la aventura colectiva del vivir. Pero reconocerlo causa pudor. Incluso la derecha busca circunloquios para alejarse de la patria, la bandera o lo que nos pueda representar y en cierta forma unir: mucho más que aquello que nos separa. De la izquierda, qué voy a decir. Resulta que muchos son patriotas de todas las patrias, catalana principalmente, menos de la española.

Entre mis correligionarios de izquierda los hay que se pasan de la raya como si los demás fuéramos tontos. Yo prefiero participar con los que no otorgan lecciones morales a diario porque la moral no es una ciencia, sino un principio de vida.

Así que como lucho para que este entorno que me toca no sea como el tango de Santos Discépolo: "Hoy resulta que es lo mismo ser derecho que traidor, ignorante, sabio, chorro, generoso, estafador", me manifiesto de esta guisa.

Entre la nueva política los hay que quieren igualar desde abajo. Y por eso no clama contra el delito de los okupas, aunque les parece muy mal que Amancio Ortega done 320 millones de euros para mejorar los equipamientos de nuestra sanidad pública. Así de agilipollados estamos. Todo nos parece bien. Los escraches. La sedición catalana... Todo "nos la bufa". Y como los okupas también votan...

Y, ojo, no nos confundamos: desahuciar -pobrecitos- nada tiene que ver con "desokupar" -jetas-.

Feliz domingo.

adebernar@yahoo.es