El turismo vive en Canarias una etapa feliz que tiene algo de espejismo. El sector se ha vuelto cada vez más competitivo y los destinos que pueden disputarle al Archipiélago su privilegiada posición actual se están recuperando y vuelven al mercado con fuerza. No vale seguir haciendo lo mismo de siempre: es necesario innovar y cualificar la oferta.

Desde las universidades canarias se genera buena parte de ese conocimiento que puede ayudar al destino turístico a consolidarse y mejorar. En el caso de la Universidad de La Laguna, todos los proyectos de formación e investigación que hasta hace poco se desarrollaban de forma aislada cuentan ahora con una plataforma que los coordina y contribuye a ponerlos a disposición de la sociedad. La Cátedra de Turismo CajaCanarias-Ashotel-ULL, en funcionamiento desde 2013, se ha convertido en un socio de las administraciones y de los empresarios del sector. "La crisis ha servido para que todos entendamos lo que podemos ganar con la cooperación", sostiene Raúl Hernández, su director.

La preocupación de la Cátedra es pensar sobre el turismo "en un sentido amplio", tal y como le fue encomendado por la patronal alojativa de la provincia de Santa Cruz de Tenerife, uno de sus patronos. "El destino son muchas cosas: el tráfico, los paseos, la limpieza, la seguridad, lo que se permite o no se permite construir, la innovación... Eso no lo puede conseguir una empresa, que está sumida en los problemas del día a día. Nosotros aportamos ese conocimiento", expone Hernández, quien constata una creciente "sintonía" con el sector y una participación también cada vez mayor de los investigadores de la ULL en la planificación que desarrollan las instituciones, caso del grupo de trabajo encargado de perfilar el Plan de Infraestructuras Turísticas de Canarias, coordinado por un docente universitario y miembro de la Cátedra.

Los componentes de la Cátedra tienen mucho que decir en el recurrente debate sobre la necesidad de definir un modelo turístico para Canarias. Hasta ahora la base ha sido el clima y la generación a gran escala de productos a buenos precios -surtidos por los touroperadores, principalmente-, pero la competitividad del turismo obliga a aportar valor añadido. Ofrecer experiencias más sofisticadas es clave para afrontar este reto. Si no se hace, "el futuro no será muy halagüeño".

Ahí entran la tecnología, la introducción en la oferta de la cultura o del sector primario y la necesidad de pensar algo más a lo grande: implicarse en el diseño y el márquetin, prestar servicios a empresas de todo el mundo y empezar a hacer en las Islas lo que hasta el momento se ha hecho desde fuera. Que en uno de los destinos turísticos más potentes casi no hayan surgido cadenas hoteleras o plataformas de comercialización -la diferencia con Baleares es significativa- es un síntoma de que a Canarias le queda "todavía mucho por hacer".

Por ello, Raúl Hernández considera que, en el Archipiélago, "la alternativa al turismo es el turismo, pero hecho de otra manera". Ese cambio permitiría, además, una mayor contribución del sector al bienestar global de la Comunidad Autónoma, una de las reclamaciones que con más frecuencia suele dirigirse a la denominada "primera industria de Canarias". Es el momento, señala el director de la Cátedra, de "pensar, renovar y contratar más personal cualificado", un proceso que favorecería una mejor percepción social de la actividad turística.

Es, precisamente, la escasa consideración que tienen del sector buena parte de los residentes en las Islas uno de los elementos que dificulta esa revisión del modelo. "Canarias vive de espaldas al turismo. Eso hay que cambiarlo", urge Hernández.