Son tiempos de guagua. Porque cuando a un país ya no le funciona el cerebro, siempre le queda la carretera. Primero fue Miguel Ríos, que volvía a Granada a bordo de un autobús. Después fueron las campañas electorales, cuando los partidos llenaban las plazas de toros con jubiletas armados de pancartas y bocadillos de calamares. Y ahora ha llegado el tiempo de las guaguas como armas de destrucción masiva.

Los de Podemos no dejan nada bueno por copiar. Lo mismo fusilan el catálogo de Ikea, cambiando el armario de tres piezas por la cara de Errejón -que es una buena pieza- que copian la idea del autobús ultramontano de "Hazte oír". Pero la guagua de Iglesias no va, por fuera, de sexo, sino de "tramas". Para la izquierda de toda la vida, que es esta, el mundo está sometido a una conspiración de los poderosos. Esos grandes empresarios que se mueven en la sombra con el único afán de jeringarles. Son los dueños de las grandes compañías y bancos, que a su vez son dueños de los medios de comunicación donde ellos consideran que no salen lo bastante.

Primero empezaron con la moda ya olvidada de los "escraches". Se iban a las puertas de "la casta" para montarles el número delante del domicilio y acojonar un poco a los vecinos. La cosa funcionó durante algún tiempo, pero vestía mal. Metían mucho miedo a las familias de la gente y a los niños y a la gente del barrio y al final acabaron entendiendo que les iba a dar mala prensa. Así que lo dejaron.

Lo de "la casta", además, ya está gastado. Entre otras cosas porque mucha gente piensa que la dirigencia de Podemos se ha convertido en parte de la casta. Así que toca abandonar urgentemente el palabro y pasarse a otro inequívocamente nuevo e inspirador. Muerta "la casta", llega "la trama". Que es una palabra, además, con vibrantes resonancias en España. Ya lo decía Franco con su vocecita de pito y su cara de mala leche, que lo que se iba a cargar el país era la trama masónica y el contubernio de Munich, la gran conjura de los liberales que no sabían apreciar tantos años de paz, bayoneta y tricornio.

Podemos va a sacar a las calles una guagua con las caras de "la trama". O sea, con las caras de esa gente poderosa que según ellos se está dedicando a hacerles la vida imposible prohibiéndoles el acceso a los medios de comunicación. De los poderosos que sí les sacan en los medios no llevarán cartelería, sino un escapulario. Que una cosa es la trama y otra muy distinta el entramado.

A los de la trama, naturalmente, todo esto se la traerá al fresco. La guagua hará su efímera campaña, se ganará algunas fotos en las primeras planas de esa prensa enemiga, pero inevitablemente cómplice y en las tertulias de "todólogos" y Podemos bordará una nueva campaña para una sociedad consumista de telenovelas políticas. O sea, lo de siempre. La casta, la trama y el lado oscuro de la fuerza publicitaria.