Hace unos años, Ryanair tuvo que enfrentar un dilema moral. Se hizo público que una encantadora azafata checa de 22 años, llamada Edita Schidlerova, dedicaba sus horas libres a rodar películas eróticas de alto voltaje. Se desconoce si algún pasajero aficionado a este género conoció su manera de contorsionarse mientras le acercaba el zumo de naranja; lo cierto es que se armó una buena, y la aerolínea tuvo que salir al paso asegurando que seguiría contando con ella en sus filas mientras siguiera siendo aplicada en sus labores (como azafata). Edita Bente, que es como se hace llamar en el mundo de las películas X, no encontró otro modo de sobrellevar la crisis que este, como tantos otros, según cuenta.

Tiempo más tarde nos encontramos con la versión masculina en la misma aerolínea: Adrián Díaz servía cacahuetes por las mañanas y por las noches les cantaba un bolero al oído. Actor de cine gay y azafato con base en Madrid, este guaperas se convertía en Sergio Serrano para hacer las delicias de los hombres. Sus compañeros de cabina cuentan que no todas las compañías pueden presumir que figuras del cine erótico les sirvan las bebidas y les den de comer. Yo me pregunto qué tendrán los aviones y su trasiego que tanto nos motivan. Conozco a un orondo empresario cuya mayor fantasía es ligarse a una azafata. ¿Serán sus esculturales cuerpos? ¿Quizás la quimera de un destino lejano huyendo de todo? Posiblemente sólo sea la puesta de manifiesto del aburrimiento que demasiadas veces acarrea una vida llena de rutinas.

@JC_Alberto