Recurrió a esa frase de la que tiran los escritores cuando tienen un libro en la cabeza que aún no han entregado a su editor, un trabajo que asegura estar terminado, pero que todavía no está plasmado en los créditos de un disco. Leo Minax pasó por "Pasionari@s" dejando algunas pruebas sonoras de lo que está por venir... "Mi madre decía que tenía un coco brillante", declaró segundos después de quitarse el sombrero para secar el sudor que se había apoderado de su calva. El brasileño estuvo cercano, ingenioso, sutil... Su paso por el ciclo organizado por la Fundación CajaCanarias llegó enredado en una buena compañía.

Leo, dejando claro que existen unas distancias estilísticas que posicionan su música en otro sitio, es como uno de esos "bluesman" que se plantan en el centro del escenario y esperan a que ocurran cosas; que el público reaccione con el "zigzag" de su voz o el talento de los virtuosos que conforman su banda: es difícil no estar bien cuando cerca tienes a tipos, en el mejor sentido de la palabra, que destilan la calidad de Borja Barrueta (batería), Moisés Sánchez (piano) y Vic Moliner (bajo). A Minax no se le vio cómodo con el sonido -preguntó en varias ocasiones a los testigos si se estaba escuchando bien-, pero en su regreso a Tenerife dejó claro que en ese "Treinta" que ya está en camino el piano vuelve a tener el protagonismo que le entregó en sus primeros trabajos discográficos: la batería y el bajo son dos extras irrenunciables.

El brasileño, que en sus primeros minutos en el Boulevard teorizó sobre cómo afinar una guitarra sin pasar vergüenza, dio pistas casi exactas de lo que contendrá un álbum que mostró sin miedo a ser víctima de los copiones. Quiso marcharse, incluso, con el primer sencillo con el que promocionará esta colección ("Gran Vía"), pero el público no le dejó. "Estuve pensando en otro título, pero al final cogí este: quise llamarla La chica de la Gran Vía, pero ya existe La chica de Ipanema", recordó antes de abordar la penúltima canción de un concierto que no quiso cerrar sin convocar a los presentes a otra cita, ya con "Treinta" latiendo.