El Roque de los Muchachos no siempre estuvo lleno de instrumentos sofisticados de observación. Ni tan siquiera contaba con vías de acceso. La astrofísica en la cima de la Isla nació con artilugios primitivos, trasladados en el lomo de mulas y burros por caminos serpenteantes. En ese punto de origen estaba Cecilia Hosinski, nacida en Estocolmo y que en 1972 acompañó a su marido, astrónomo de profesión, y a otros dos científicos a estudiar las características de aquella montaña.

Aquel grupo formaba parte de un programa puesto en marcha a finales de los años 60 del siglo pasado por la organización sueca JOSO (Joint Organisation for Solar Observations), que buscaba el mejor sitio de Europa donde montar su telescopio. Mandó astrónomos a Grecia, Italia, Portugal...

Hosinski, que actuaba de cocinera y secretaria, recuerda que "no había carretera (para ir al Roque). Subimos caminando de Las Tricias, siguiendo el lomo de Briesta por el camino que se había usado durante dos mil años o más. Cuatro hombres nos acompañaban con mulas y burros cargados de un pequeño telescopio, dos tiendas de campaña, comida, agua en garrafones y todo lo necesario para cuatro personas y un niño pequeño (su hijo, de dos años y medio) para tres semanas".

Tiene cada detalle grabado. Momentos en la vida que nunca se borran. Recuerda su primera noche en aquella cima: "La primera impresión fue muy fuerte. No estábamos acostumbrados ni al calor ni a caminar horas y horas cuesta arriba. A dos mil metros, el monte estaba cubierto de codeso en flor. Cabras huían velando cuando pasamos. Levantamos las tiendas detrás de los roques, colocamos el telescopio, comimos algo y nos fuimos al saco de dormir".

Hosinski llegó a sentir miedo. Fue justo antes de dormir. "Tuve que salir un momento de la caseta y me asusté. No veía luz alguna, todo era profunda oscuridad y el silencio era absoluto. Hacía un frío escalofriante. Había tantas estrellas y tan brillantes como nunca había visto. La vía láctea lucía como una cinta blanca. Me sentí como una parte insignificante del Universo. Fue espantoso. La impresión fue tan impresionante que volví volando a la seguridad de la tienda, donde estaba mi marido, mi hijo y la luz de la linterna. Todavía el corazón me da golpes cuando recuerdo esa noche".

Mereció la pena. Fueron tres semanas de observación con un pequeño telescopio y los resultados fueron tan prometedores que la JOSO decidió montar allí su telescopio. Los acuerdos se firmaron en 1979 y la primera tarea fue construir una carretera de acceso. El primer tramo comenzó en Hoya Grande, aunque pronto se conectó con una vía "que se había construido en 1947 para la primera galería de agua, encima de Mirca", recuerda Cecilia. Desde que el acceso estuvo acabado, se inició la construcción del telescopio.

Las primeras observaciones con el instrumento sueco se remontan al año 1982. Se trataba del ahora viejo reflector estelar KVA de 60 centímetros. Poco después se comenzaron a construir los telescopios del grupo Isaac Newton. El observatorio del Roque de los Muchachos se inauguró en 1985; es decir, 13 años después de aquella expedición aventurera de la que Hosinski formaba parte. Por cierto, ella nunca ha querido regresar a Estocolmo para vivir. Se quedó atrapada por el medio rural de La Palma. Y sí, por aquí sigue.