Escribo estas líneas como se dice vulgarmente a toro pasado, pues siendo creyente y practicante reconozco que he pasado la Semana Santa tranquilito y cómodamente sentado en un sillón. Sin salir de casa, pero ejerciendo los designios de nuestra fe, pues rezar no hace mal a nadie, he presenciado una de las semanas de pasión más espléndidas en muchos años. Cierto es que el acompañamiento del buen tiempo con temperaturas altas para ser primavera ha logrado una buena semana de descanso y muy lucida artísticamente, pues a la belleza de nuestras ciudades y singularidades regionales a lo largo y ancho de la patria, junto a la extraordinaria gastronomía que se puede degustar en muchos rincones, hay que añadir una muy buena respuesta turística a las vacaciones.

Cuando a uno le falla el aspecto físico para acudir a los eventos religiosos, le queda seguir los actos en televisión, y tengo que felicitar tanto a Canal Sur de Andalucía como a 13TV por las espléndidas retransmisiones, en las que se ha podido ver lo mejor del inmenso patrimonio cultural que tiene nuestro país, pues aunque algunos no lo crean, hay realmente belleza en las procesiones, con exquisitos palios adornados con flores y velones, tallas de Cristos y Vírgenes impresionantes, bordados de mantos espectaculares... En todas se siente las amorosas manos de sus creadores.

Las televisiones locales también pusieron su granito de arena con las procesiones de nuestra tierra, pero han brillado por su ausencia en el resto de canales nacionales, influenciados por ese anacronismo y falta de gusto y tacto que quieren impartir algunos partidos políticos. Pueden oponerse a la religión católica y pecar con sus ausencias en algunas procesiones importantes, pueden incluso intentar boicotearlas, pero no se dan cuenta de que el pueblo no sucumbirá a las presiones de esta tiranía minoritaria y seguirá saliendo a la calle a disfrutar de la semana de pasión. Pretenden prohibir la misa dominical, y cuanto más se empeñan más seguidores tiene. Por mucho que lo intenten, no podrán acabar con el rico acervo cultural ni con las tradiciones. Nos metieron con calzador en la Carta Magna lo de Estado aconfesional, pero España es católica por los cuatro costados y todos los festivos del calendario laboral están designados en base a las fiestas patronales de los pueblos. Qué cansinos son con el "no" a todo, a las creencias, a los toros, a la caza...

Seguí la Procesión Magna de La Laguna en la Televisión Canaria, narrada por el bueno de Zenaido, que es un gran profesional de los principales aconteceres de la tierra, aunque en esta ocasión su patriótico amor por el terruño le hizo exagerar un poco. No creo que sea ni mucho menos una de las procesiones más importantes del país ni la mejor, pues resultó bastante desangelada. No quiero echar la culpa a la situación de las cámaras, pero solo se vieron edificios con ventanas y balcones cerrados a cal y canto, escasos estandartes y banderas, mucho menos gente de la esperada siguiendo los pasos en la calle, pero eso sí, bellos verodes en los tejados. Escasa también la representación política protocolaria que no acompañó al obispo de la Diócesis, y salvo unos cuantos incondicionales, en esta ocasión parece que el lagunero se decidió por el bañador, y se marchó a darse un bañito a la playa. No lo entiendo porque ambas cosas son compatibles.

Las comparaciones son odiosas, y esta procesión no tiene nada que ver con lo que ocurre en infinidad de municipios de España. Las más conocidas son las castellanas y andaluzas, pero es que no tienen parangón en riqueza artística. Lo que las engrandece, además de la cantidad de gente que las siguen en la calle, es la implicación de las cofradías. Hasta la del pueblo más pequeño de Jaén, donde viví unos años, es más impactante. Momentos tristes me recordó la salida procesional de la Iglesia de San Idelfonso, en cuya puerta principal se despidió el duelo de mi padre.

Estimado Zenaido, la de La Laguna es muy digna, pero tus comentarios me recordaron una hermosa frase inscrita sobre la piedra de uno de los muros de la Alhambra: "Dale limosna, mujer, que no hay en la vida nada como la pena de ser ciego en Granada".

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