Espíritu solidario y pasión por el conocimiento. En 1997 el rey Felipe VI -entonces príncipe- realizó su primera visita oficial a Canarias y conoció, entre otros, al reconocido profesor e investigador Antonio González, cuyo centenario se celebra este año. Desde entonces han pasado 20 años y la realidad es bien distinta. Ayer, acompañado de su mujer, doña Letizia, se cercioró del avance que han experimentado estas islas, a pesar de la crisis y de los retos pendientes. También del papel que juegan la cooperación entre ciudadanos y territorios -con proyectos como Barrios por el Empleo- y el tesón de los investigadores de la Universidad de La Laguna (ULL), empeñados en seguir haciendo hallazgos que cambien nuestro mundo y el de las generaciones que vienen. El Archipiélago es hoy resultado de la suma de ambas batallas a lo largo de los años.

Conscientes de ello, políticos, empresarios, ciudadanos y representantes de distintos colectivos pusieron todo su empeño en que los reyes descubrieran, de manera tangible, en qué ha consistido esa evolución. Durante una jornada maratoniana, y recién llegados de Gran Canaria, tuvieron ocasión de conocer a participantes de Barrios por el Empleo -una iniciativa insular que ha mejorado la cualificación de quienes menos opciones de empleabilidad tienen y que ha conseguido un índice de inserción del 50%-; escuchar las demandas de los empresarios locales -el Régimen Económico y Fiscal (REF) y la necesidad de aprobar los Presupuestos Generales del Estado-; hablar de los últimos rodajes, y descubrir cómo ha mejorado la Universidad sus prestaciones -visitaron el Servicio General de Apoyo a la Investigación (Segai) y el Instituto de Enfermedades Tropicales y Salud Pública-.

El nivel de conocimiento de la realidad canaria sorprendió a todos los participantes sin excepción. Don Felipe y doña Letizia son muy conscientes de cómo el desarrollo del sector audiovisual está contribuyendo a la diversificación de la economía, del efecto que tiene la lejanía en la agricultura o la ganadería, del motor que representa el turismo para las Islas y del esfuerzo que hace la Universidad por contribuir al progreso. No solo lo dejaron patente en cada uno de los encuentros, sino que agradecieron la aportación que todo esto supone para el resto del Estado.

La reina, explicaron los empresarios, mostró su sorpresa ante la escasa presencia de mujeres empresarias en la recepción con el sector. Ángela Delgado, presidenta de Asaga, y María de la Salud Gil, vicepresidenta de la Confederación Canaria de Empresarios, fueron la excepción a la mayoría masculina.

No fue hasta por la tarde, tras las recepciones en el Cabildo y Presidencia y recorrer los laboratorios universitarios, cuando el rey hizo declaraciones oficiales. Tras felicitar los 225 años del nacimiento de la institución, don Felipe, con la voz algo ronca, hizo un sentido alegato en favor de la enseñanza superior. En el salón de actos de la Facultad de Física y Matemáticas, ante un público eminentemente universitario, dijo: "Me consta el esfuerzo que está haciendo la Universidad de La Laguna por cosechar e invertir en talento, adaptándose permanentemente al mundo del siglo XXI". Fue su antepasado, el rey Carlos IV, quien rubricó el decreto que dio lugar a la Universidad y deseó que su pasión por saber no deje de renovarse nunca, contribuyendo a la diversificación de la economía. Las universidades, recordó, "son espacios para progresar y avanzar, pero también para soñar".

El rector, Antonio Martinón, solo tuvo una petición para la Casa Real. "Los jóvenes investigadores son los héroes de hoy". Por ellos, y por el conjunto de la sociedad, hay que poner en marcha un ente independiente de la administración que vele por los recursos que se destinan a políticas científicas. "Una sociedad no puede desaprovechar el talento, el empuje y la capacidad de los más jóvenes. Todos necesitamos a los más jóvenes. Ellos esperan mucho de sus reyes", concluyó.

Nueve horas para conocer mejor Tenerife

Los reyes llegaron ayer a Tenerife después de dormir en Gran Canaria y a las siete de la tarde ya estaban en el avión. Sin embargo, el programa de nueve horas intensivas sirvió para conocer mejor Tenerife, tanto su gente como su gastronomía.

El primer acto comenzó pasadas las diez y media, cuando la comitiva de coches oficiales llegó al Cabildo y fueron recibidos por el presidente de la corporación insular, Carlos Alonso, y el del Gobierno canario, Fernando Clavijo, junto con otras autoridades. Ahí empezó la ruta exprés. Los reyes se reunieron con más de 50 personas antes de comer. Hicieron un descanso para degustar un menú muy canario, preparado por el cocinero Braulio Simancas: bocados salados, de primero, y lomo de cherne, guiso de calamar y papas antiguas, de segundo, acompañado de vinos canarios. De postre, esponjoso de queso de cabra curado majorero, guayaba y galletas de manteca. Por último, por la tarde hicieron un rápido recorrido por el campus de Anchieta de la ULL.

Los niños quieren mejor educación y menos potaje

Más de 300 personas se acercaron a la entrada principal del Cabildo ayer por la mañana para recibir a los reyes. La seguridad, por supuesto, no permitía acercarse demasiado, pero los reyes se aproximaron a saludar. También tuvieron tiempo de saludar y recoger los regalos que los alumnos del colegio La Pureza de María tenían para ellos. Además de un ramo de flores, le entregaron una carta pidiéndoles una educación de calidad para todos los niños de España. Uno de los chicos añadió otra petición: "¡Que nos quiten el potaje del comedor!"

El luchador que conoció a dos reyes

El encuentro de los reyes con representantes de deportes autóctonos dejó una feliz anécdota. Además de aprovechar la ocasión para difundir en qué consiste la lucha canaria o el arrastre de ganado -el rey se interesó especialmente por las modalidades de vela que se practican en las Islas-, Juani Franquis llevó consigo la ficha de luchador que en su día le firmó el rey Juan Carlos para que Felipe VI hiciera lo mismo.

La prensa, más lejos que el público El dispositivo de seguridad que acompañó a los reyes fue considerable. Lo más curioso, sin embargo, no fue eso, sino que durante algunas de sus apariciones, los periodistas estuvieron más alejados de los reyes que cualquier ciudadano de a pie que se acercara. Mientras algunos ciudadanos se hacían "selfies" con los reyes, los periodistas tenían que verlos a muchos metros de distancia, lo que dificultó el trabajo.