No era una competición al estilo de los shows televisivos -en todo caso, showcooking-. Ni había intención. No lo pretendían los organizadores, el Grupo Compañía de las Islas Occidentales (CIO), representado por los chefs Juan Miguel Cabrera y Braulio Simancas. Ni tampoco los quince jóvenes alumnos del aula de Formación en Cocina de Añaza (FOCA) que ejercieron de anfitriones en el encuentro. Pero en algo sí se parecía el ambiente de ayer en el local de la calle Decano Consular del barrio del Suroeste al de un concurso: en los nervios y la ilusión de unos chicos que tienen todas sus esperanzas puestas en poder enfocar su profesión futura con los fogones como base.

FOCA y la iniciativa de esta jornada, denominada "SaboreaAñaza", están integrados en el proyecto global "Añaza por sus jóvenes" que puso en marcha la parroquia del barrio cuyo titular es Pepe Hernández.

Cabrera, chef ejecutivo del Hotel Bahía del Duque, y Simancas, del Restaurante Las Aguas, acudieron con sus equipos para celebrar una "master class". Ambos coincidieron en "que hay chicos con madera y se nota enseguida. Varios podrán ser contratados en un futuro próximo. Tienen una muy buena actitud, disciplina y estructura, algo que no se da siempre en alumnos en prácticas".

Del otro lado, los quince aspirantes a chef con su profesora, Laura, a la cabeza: Kevin, Leo, Jonay, Hela, Sergio, Hermógenes, Dani, Daniel, Luis, José, Adrián (de baja ayer) y las cuatro chicas: Mónica, Beatriz, Omayra y Noelia. "Todos somos de Añaza, menos Sergio, que viene de más lejos", bromean porque el compañero es del cercano núcleo de Cuevas Blancas.

Han hecho ya prácticas en hoteles y algún caterin -"pero no es lo mismo"- durante un curso que comenzó el pasado enero y del que resta un mes y medio para iniciar luego el duro camino del mercado laboral.

Perfectamente uniformados y con la "jiribilla" en el estómago cocinaron primero delante del público y sirvieron luego una comida muy especial. Un menú degustación, con ingredientes recolectados en el huerto ecológico de la zona, al nivel de cualquier gran establecimiento hostelero y la mejor evaluación para el examen del taller gastronómico. Esta era la carta: tartar de atún, aguacate y cilantro con sopa fría de tomates semisecos. Pescado según lonja, caldo de potas y papitas negras. Carrilleros de cerdo con malvasía y naranja. Cremaso de quesillo, lima y galleta. Café y golosinas. Y, cómo no, con agua Fuente Alta, marca del Grupo CIO.