"Intentamos mejorar un poquito el mundo. Pero hemos hipotecado nuestra vida". Así se manifiesta Karl Walter, socio fundador de la empresa de reciclaje Recybien, ubicada en la calle El Cerrojillo, en el barrio de El Sobradillo.

Creada en 2015 "con un fin social" -sus empleados eran una persona con movilidad reducida, un madre soltera y un parado de larga duración-, ahora se enfrenta a una difícil situación: no puede cobrar la facturación de 2015, y tiene dudas con la de 2016.

Según explica Walter, "por la mala información" que les dio la gestoría que los asesoraba, la empresa no contaba con toda la documentación necesaria para este tipo de trabajos. Al menos, no con toda la necesaria.

Y eso que su trabajo estaba y está vinculado no solo a particulares, sino también, en gran medida, a empresas estatales, hospitales y colegios. De ellas recogen, de manera gratuita, el material que luego se separa en la nave de El Sobradillo (televisores, neveras, móviles, ordenadores, impresoras, cajeros automáticos, tarjetas bancarias, etc.), previo envío a los correspondientes lugares de tratamiento.

Por ejemplo, el plástico se envía a Indumetal, en Vizcaya; los metales a la empresa Dimetal, con delegación en Canarias, pero con sede en Cataluña; y los componentes electrónicos a Holland Recycling, en Holanda, y a Hamarec, en Alemania.

Los problemas de la empresa que fundó Karl Walter se iniciaron hace un año y medio, aproximadamente, cuando comenzaron a tener problemas con la facturación que le enviaban al Gobierno central. "Después de varios meses pidiendo información tributaria, hace algo más de un mes nos dijeron que no se van a pagar esas facturas de hace dos años", se queja el fundador. Sería la cantidad equivalente a 183 toneladas de material recogido y separado. En 2016 la cantidad reciclada se elevó a 358. El precio, estimativo es de 258 euros por tonelada. "Con ese dinero podríamos poner la empresa a cero y podríamos recuperar al personal", asegura.

Y es que la primera decisión, al margen de los "dolores de cabeza" que ha motivado la situación, ha sido prescindir de tres empleados. Es decir, que ahora están al frente de Recybien el propio Karl y los dos socios fundadores, Isabel y Luis.

"Necesitábamos un contrato con una de las empresas de gestión de residuos". Cuestión, entre otras, de la que, según Karl, nadie les informó. Ahora, y tras una reunión mantenida hace algunas semanas con la viceconsejera regional de Medio Ambiente, Blanca Pérez, parece que la situación se encamina.

"Tenemos tramitadas todas las autorizaciones pertinentes", asegura Karl. Entre ellas, la licencia de operador para tratar residuos tanto peligrosos como no peligrosos. "No me voy a rendir", concluye.