Ellos no olvidan pero el camino se complica para los activistas y defensores chinos de los derechos humanos que tratan de resucitar la matanza de Tiananmen frente al silencio oficial, la persecución de las autoridades y la aparente amnesia colectiva.

Ayer sumaron un aniversario más, el vigésimo octavo, y lo hicieron sin poder conmemorar a las víctimas de aquella revolución democrática que, como ocurriría posteriormente en otras partes del globo, acabó en una masacre de inocentes.

La suya, ocurrida entre el 3 y 4 de junio de 1989, dejó una imagen que quedó grabada en el siglo XX y que hoy el régimen comunista se esfuerza por borrar: el desfile de tanques del Ejército chino por las avenidas de Pekín contra miles de manifestantes que pedían mayores libertades de forma pacífica.

Aún hoy se desconoce la cifra oficial de fallecidos -la que se maneja habla de entre "cientos y miles"- y quedan varias preguntas por responder.

La matanza ocurrió entre el 3 y el 4 de junio de 1989 sin que aún se sepan cuántos murieron

"¿Por qué el Gobierno utilizó al Ejército contra ciudadanos de a pie? ¿Por qué se utilizó fuego real contra los manifestantes? ¿Cómo se tomó esa medida?", se pregunta la escritora y periodista de investigación china Dai Qing, que fue encerrada durante diez meses.

Después de que "los tanques atropellaran a las personas cuando se estaban retirando", cuenta Dai, la autora abandonó el Partido Comunista y comenzó a defender más libertades desde dentro del país, a diferencia de otros intelectuales de la época que optaron por el exilio.

El precio que paga es alto, pues su trabajo es censurado y su libertad ha sido limitada, como ocurre con otras personas que hacen gala del espíritu del conocido como movimiento del 89.