Es difícil, casi imposible, recordar un partido con tanto sufrimiento en el Heliodoro como el de ayer. Fueron 120 minutos cargados de tensión, de nervios, de momentos en los que parecía que todo se iba al garete y otros, pocos, en los que las más de 21.000 almas que asistieron en directo cogían algo de aire y las fuerzas necesarias para mirar el reloj y saber cuánto quedaba. Tres días de debates, teorías y disertaciones sobre cómo romper la muralla del Cádiz. Y resulta que pasamos más tiempo pensando cómo debía defenderse el Tenerife de las embestidas visitantes. La clasificación se tejió en dos partes: hasta el gol de Gaku y después.

Martí había anunciado cambios en la rueda de prensa previa y no faltó a su palabra. Entraron Suso Santana y Choco Lozano en lugar de Aarón Ñíguez y Tyronne del Pino, sustituciones que iban más allá del hombre por hombre. Para empezar, menos combinación en segunda línea y más desequilibrio y verticalidad. Uno contra uno por la derecha para abrir el campo y un nueve más incómodo en el cuerpo a cuerpo para los centrales visitantes.

La salida briosa de los locales, tal y como se esperaba, fue correspondida con la paciencia infinita del rival. Pero en el minuto 3, el susto. Un córner generado por Álvaro García provocó el primer remate entre los tres palos. Fue de Rubén Cruz y tapó Dani Hernández. Prueba de los nervios blanquiazules. Repitió el delantero más tarde con un disparo lejano (14'') y Aketxe (15'') en el segundo error de Camille en una entrega. Y eso que el lateral francés tenía como teórica pareja de baile al vasco y no a Salvi, ubicado por Cervera en punta para forzar al Tenerife a jugar en largo.

Desaparecidos Vitolo y Aitor Sanz en la construcción por esta exigencia cadista, los de Martí insistieron en el pasillo entre el lateral y el central, por donde aparecieron Suso y Amath de forma insistente. Si no, balones a Choco. En uno de ellos midió mal Sankaré, que tiró de su brazo para frenar al catracho. Areces Franco lo resolvió con amarilla. Pudo ser roja por la forma de hacer la falta más que por la claridad de la acción de ataque (23'') Gaku Shibasaki disparó alto la falta.

Insistió en el plan el cuadro blanquiazul hasta que encontró el desequilibrio en una internada de Suso, que puso el balón al corazón del área. No llegaron Choco y Amath, pero tampoco Aridane y Sankaré. Apareció Gaku Shibasaki en el segundo palo y, con nervios de acero, controló y la puso en el cajón tras elegir el sitio (34''). El gol elevó las pulsaciones del Heliodoro, que estalló de júbilo. Dos embestidas locales asustaron al Cádiz hasta que pudo sacar la cabeza en otras dos apariciones de Álvaro García. En la segunda, Salvi se coló hasta la cocina pero remató sin ángulo (41'').

Las dos acciones evidenciaron un problema: Cámara, con amarilla, no podía defender igual a su par. El descanso significó un paso atrás para el Tenerife, que salió nervioso y perdió la iniciativa. La nueva realidad era que un gol visitante alejaba el pase de los insulares a dos tantos y, con el avance de los minutos, convertía tal circunstancia en algo definitivo.

Martí se protegió situando a Vitolo en el perfil derecho del doble pivote para hacer las ayudas al lateral (Aitor también tenía amarilla), pero el equipo pareció desajustado y más impreciso. Fruto de ello llegó la ocasión perfecta para empatar, pero Ager Aketxe la desaprovechó disparando blando en una inmejorable posición dentro del área (50'').

El escenario había cambiado. Para empezar, un matiz importante: no había pérdidas de tiempo andaluzas. La especulación quebró. El juego de ataque, eso sí, mantuvo la misma dirección: balones al bueno, o sea, a Álvaro García. Sin balón, el Tenerife se abrió a la vía del contragolpe. Aitor Sanz (57'') lo intentó de fuera en un rechace y Amath remató alto un servicio de Choco, que aprovechó la siesta de Sankaré para robarle la cartera y asistir al senegalés (59'').

Quedaba mucho. Cada balón al área provocaba amagos de infarto sobre césped y en las gradas. Jorge tembló en dos despejes seguidos y Garrido pudo disparar sin consecuencias (61''). En el 70, Rubén Cruz remató alto un servicio de Aketxe ya con Alberto en el campo por Aitor Sanz. Con el partido en campo canario, Cervera apretó las clavijas dando entrada a Ortuño. Dos puntas, dos referencias para meter más en su área a los locales.

En la recta final, una contra tinerfeña trajo una segunda jugada que Jorge, a centro de Vitolo, cabeceó al larguero (90''). Pero la prórroga era, después de ese espejismo, inevitable. Treinta minutos más de sufrimiento. El primer disparo del tiempo extra fue tinerfeño: una volea de Choco que sobresaltó a Cifuentes (99''). Los dos técnicos agotaron cambios: Cervera quitó a su lateral izquierdo y Martí a su nueve. Sintomático de las necesidades. Omar Perdomo, recién entrado, culminó mal una contra bien llevada por Gaku (104''). Ortuño, fuera de tiempo, la tuvo antes del descanso de la prórroga. Areces Franco había permitido que se lanzara un saque de esquina con el alargue excedido.

En la reanudación, con el corazón en un puño, pudo marcar Omar Perdomo cuando Gaku sacó rápido una falta (108''). El colegiado asturiano seguía tomando decisiones dudosas. En una de ellas, Aketxe dispuso de la falta soñada. Se fue fuera lamiendo el larguero (111''). Dani Hernández cantó, sin consecuencias, en el córner resultante.

Las miradas al reloj eran permanentes. Los blanquiazules pedían aire desde la grada y el público se entregó. La tuvo Ortuño en una indecisión de zaga y portero, que acabó en las manos de Dani (116''). Y a un minuto para la conclusión, el Cádiz sacó rápido una falta en la frontal del área que tenía buena pinta para Aketxe. El disparo de Aitor García al exterior de la red fue el último sobresalto de una afición que ya se veía en la siguiente ronda.

Solo hubo que esperar un poco más, pero ayer el destino hizo un guiño al Tenerife. Casi en su único disparo entre los tres palos, hizo el gol que le mete en el "playoff" definitivo. Pero esta clasificación empezó en La Romareda. Aquel triunfo dio la cuarta plaza.