Frío y calor, otoño o primavera, ¿dónde... dónde se encuentra la alegría?

Rosalía de Castro

El calor se adueña de nuestras vidas. Mientras en la España continental llevan viviendo ya unos días de intenso calor, en las Islas este se nos viene encima.

El calor también influye -y mucho- en nuestro bienestar mental ¿Aumenta nuestra irritabilidad y propensión a la violencia? ¿Tenemos menos energía? ¿Cómo afecta a personas con ansiedad o depresión?

Las olas de calor parecen un fenómeno que ha venido para quedarse. Y resulta evidente que tendremos que ir acostumbrándonos a ello. El ser humano se adapta (si es consciente de la necesidad de hacerlo, claro).

Lo podemos conseguir. De hecho no son pocas las comunidades que llevan toda su vida en un entorno ambiental parecido al que nos agobia a nosotros en algunas fechas del año.

Los diferentes estudios que han abordado la influencia del calor en la conducta humana descubren que:

-Las olas de calor están más asociadas a agresividad y conductas violentas.

-También parece producirse un mayor consumo de drogas y alcohol.

-Paradójicamente, la ansiedad parece disminuir con el aumento de temperatura. Quizás asociado a una menor energía.

-La depresión y la tristeza aumentan con una subida intensa del calor.

-La alta humedad -asociada frecuentemente a estos fenómenos- disminuye nuestra capacidad de concentración y una mayor somnolencia.

-Disminuye el vigor y la energía.

-Si no ingerimos líquido, además, todos estos efectos se complican mucho más.

También debemos valorar particularmente la influencia negativa que la falta de sueño provocada por las altas temperaturas tiene sobre actividades cotidianas como conducir. Como ya hemos comentado, la consciencia de esta realidad nos puede ayudar en cierto modo a sobrellevarlo. Pero debemos tener en cuenta que esto que nos ocurre a nosotros también les ocurre a los demás. No está de más considerarlo antes de reaccionar de forma airada por el mínimo contratiempo.

Algo que debemos tener en cuenta especialmente con los más pequeños, mayores y quienes puedan tener sus capacidades mentales reducidas. También sienten el calor, y su capacidad de entender qué ocurre no es la que podamos tener nosotros.

Los consejos para disminuir el impacto psicológico del calor son muy similares a los que podamos estar escuchando por parte de las autoridades de salud pública, para evitar deshidrataciones o insolaciones.

-Evitar la exposición a las altas temperaturas, especialmente el ejercicio.

-Si debemos hacerlo porque nuestro trabajo nos lo exige, bebamos mucha agua y protejamos, especialmente la cabeza, del sol.

-Busquemos espacios con aire acondicionado. Si no tenemos en casa, vayamos a cualquier centro comercial. Ir al cine o a una biblioteca pública también es una buena idea con un efecto añadido de distracción.

-Pregunta a tu médico por los efectos que pueda tener el calor sobre la medicación que tomas (y la que están tomando las personas a tu cargo).

-Si conduces, sé consciente de que los demás también tienen calor -y puede que no aire acondicionado en el coche-. Ten esto especialmente en cuenta con quien trabaja en la calle.

-Evita hacer grandes cambios en tu vida. Particularmente aquello que pueda implicar una alta intensidad emocional. Siempre que sea posible, por supuesto.

-Si no consigues dormir bien por la noche, intenta pequeñas siestas. ¡Quizás en casa de ese amigo que tiene aire acondicionado!

Como hemos comentado, las olas de calor son algo normal en determinados lugares del mundo. De hecho, en algunos de ellos, lo que nosotros consideramos excepcional ellos lo viven día a día. Aprendamos de su forma de abordarlo. ¡Y esperemos a que refresque!

@LeocadioMartin